Capítulo 45: Nuevos horizontes, viejas sombras

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Pov.





Las semanas siguieron su curso tras la difícil decisión que tomó Alaya de poner fin a su amistad con Kiara. Con cada día que pasaba, la sensación de liberación aumentaba, pero también lo hacía el peso de la incertidumbre. Alaya se sintió aliviada por haber tomado una decisión que había estado sopesando durante tanto tiempo, pero la verdad es que había una ausencia palpable en su vida. La falta de Kiara y, quizás más preocupante, la posible pérdida de Sophie comenzaron a atormentarla.

Alaya se enfocó en lo que podía controlar. Había decidido volcarse en sus estudios y dedicarse a sus pasiones. Comenzó a escribir más a menudo, a llenar su cuaderno con historias y pensamientos que, hasta entonces, había mantenido ocultos. La escritura se convirtió en su refugio, un espacio donde podía explorar sus emociones y reflexionar sobre lo que realmente quería de la vida.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por distraerse, la amistad con Sophie comenzó a cambiar de manera imperceptible. Alaya notó que Sophie se alejaba poco a poco. Al principio, pensó que era normal; quizás Sophie estaba ocupada con su propio mundo, pero con el tiempo, el distanciamiento se volvió evidente. Las largas conversaciones que solían tener, las risas y los momentos compartidos se convirtieron en intercambios breves y tensos. Sophie se involucraba más en su propio grupo de amigas y, sin querer, Alaya sentía que estaba quedándose atrás.

Un día, Alaya se encontró con Sophie en la biblioteca, un lugar que había sido testigo de muchas de sus charlas más profundas. Alaya estaba revisando unos libros para un proyecto escolar cuando vio a Sophie al otro lado de la mesa, riendo y conversando animadamente con un grupo de chicas que había conocido recientemente. Un nudo se formó en su estómago al darse cuenta de que esa conexión que habían compartido parecía desvanecerse, y lo que antes era un refugio de camaradería se había convertido en un recordatorio de su soledad.

Decidida a abordar la situación, Alaya se acercó a Sophie cuando el grupo se dispersó, dispuesta a hablar con ella.

—Hey, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Alaya, tratando de sonar casual, pero su voz traicionó su ansiedad.

Sophie se volvió hacia ella, y la sorpresa en su rostro fue evidente.

—Claro, ¿de qué quieres hablar? —dijo, con un tono que parecía un poco distante.

Alaya sintió que sus manos sudaban mientras buscaba las palabras adecuadas.

—He notado que hemos estado un poco distantes últimamente. ¿Estás bien? —preguntó, intentando ser sincera.

Sophie se encogió de hombros, su expresión cambiando a una mezcla de confusión y desinterés.

—Estoy bien, solo he estado ocupada con algunas cosas. Ya sabes cómo ya va a terminar el año —respondió, evitando la mirada de Alaya.

La respuesta dejó a Alaya con un sabor amargo. No era solo el desinterés en la voz de Sophie lo que la incomodaba; era el hecho de que parecía no querer profundizar en lo que estaban viviendo. La amistad que una vez había sido un pilar en su vida parecía desmoronarse ante sus ojos.

—¿Es por lo de Kiara? ¿Te molesta que hayamos decidido tomar caminos separados? —se atrevió a preguntar, sintiendo cómo su voz se quebraba un poco.

Sophie miró a Alaya, y por un momento, sus ojos mostraron un destello de comprensión, pero rápidamente se cerraron nuevamente.

—No es eso. Es solo que he estado ocupada y... no sé. Tal vez estás sobrepensando las cosas. La vida sigue, Alaya. Tal vez deberías intentar salir más, hacer nuevos amigos —dijo, su tono ahora más frío.

Las palabras de Sophie la golpearon como una marea fría. Alaya sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. ¿Era posible que estuviera perdiendo también a Sophie? La idea la llenó de tristeza.

—Sofi, no quiero perderte. Eres una de mis mejores amigas, y me importa mucho nuestra amistad. Solo necesito saber que estás aquí para mí —dijo, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

Sophie suspiró, mirándola con una mezcla de lástima y resignación.

—Yo también te aprecio, Alaya. Pero a veces, las cosas cambian. No puedo ser la única que esté ahí para ti. Tienes que encontrar tu propio camino. Si te sientes así, deberías buscar ayuda profesional o algo por el estilo —respondió, su voz ya no llena de la calidez que Alaya recordaba.

Alaya sintió un golpe en el pecho. La conversación se estaba volviendo cada vez más difícil, y la verdad era que no sabía cómo manejarlo.

—No estoy pidiendo que estés siempre ahí para mí. Solo quiero que sigamos siendo amigas como antes. He estado tratando de encontrar mi camino, pero también necesito a las personas que amo a mi alrededor. —La frustración hizo eco en su voz.

Sophie suspiró nuevamente, esta vez con un aire de exasperación.

—Alaya, no puedo. Debes aprender a hacer frente a tus problemas sin depender de mí. Todos tenemos nuestras propias luchas, y no siempre podemos estar ahí para los demás —dijo, su mirada desviándose.

Alaya sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Había sentido la pérdida de Kiara, pero ahora se daba cuenta de que también podía perder a Sophie. Una tristeza profunda la invadió, y por un momento, no supo cómo responder.

—No sé qué más decir —finalmente murmuró, sintiéndose perdida.

Sophie le sonrió de manera triste, pero sus ojos no mostraban la conexión que alguna vez compartieron.

—Está bien. Solo quiero que seas feliz, Alaya. Lo mejor es que tomes un tiempo para ti. Hablaremos después —dijo, dando un paso atrás.

Alaya asintió, sintiendo cómo el peso del desamor la oprimía. Mientras Sophie se alejaba, Alaya sintió que la soledad se apoderaba de ella.

Era un nuevo capítulo de su vida, uno que no había anticipado. Había perdido a Kiara y ahora parecía estar perdiendo a Sophie, lo que la hacía cuestionar si alguna vez podría encontrar la paz y la felicidad sin el apoyo de sus amigas.

Con el corazón pesado, Alaya se alejó de la biblioteca, sintiendo que la lucha por encontrar su lugar en el mundo era cada vez más complicada. Pero a pesar de todo, en el fondo de su ser, sabía que tenía que seguir adelante, que su viaje hacia la autodescubrimiento apenas comenzaba. No sería fácil, pero Alaya estaba decidida a encontrar su propia luz en medio de la oscuridad.












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