Cap. 15 De un modo imposible, él le atrapó la boca.

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Un brazo fuerte le rodeó la cintura y lo levantó hacia él.

Entonces, Jungkook se giró y los colocó a ambos de costado, sujetándolo con fuerza entre sus brazos. 

Hoseok sintió el fuerte muslo de él entre los suyos y notó cómo la cabeza se le caía sobre el fornido brazo, como si ya no pudiera levantarlo por voluntad propia mientras que la boca de Jungkook le realizaba letales movimientos sobre el cuello.

Entonces, casi de un modo imposible, él le atrapó la boca.

Todo quedó sumido en una cálida oscuridad, en una nueva especie de locura a la que Hoseok no estaba seguro de poder sobrevivir. Sin embargo, tampoco le importaba.

Fue entonces cuando sintió que él le deslizaba la mano por el torso. Utilizó la palma para comprobar la forma de los pezones y los masajeó hasta que se pusieron erectos. Después, siguió bajando hacia el ombligo y luego un poco más abajo, hasta que encontró el centro de su ser.

En aquella ocasión, no dudó. Habían terminado los juegos.

Deslizó la mano por debajo de la tela y encontró rápidamente el centro de su necesidad. Hoseok habría supuesto que tardaría un tiempo en volver a despertar en el el mismo fuego que antes, pero resultó que sabía muy poco sobre su propio cuerpo. O, al menos, lo que Jungkook era capaz de hacer con él.

Lo único que hizo falta fue el roce de sus dedos contra su parte más sensible para que el fuego volviera a cobrar vida.

Jungkook musitó algo contra su boca y le soltó los labios. A continuación, volvió a bajar la cabeza para dedicarle de nuevo al cuello su atención mientras no dejaba de acariciarle el centro de su ser.

Entonces, dijo algo en griego. A pesar de que no comprendía las palabras, Hoseok imaginó lo que decía. Comprendió que era sexo. Oscuro, salvaje y peligroso.

Jungkook movió la mano y el sintió un tirón. Comprendió que él le estaba desgarrando su ser. Fue una muestra de fuerza bruta que él había realizado deliberadamente para recordarle...

Sin embargo, Hoseok no necesitaba que le recordara nada. No sabía por qué, en vez de aterrarle o de disgustarle, aquello le hacía temblar de desesperación. Deseaba más. Lo deseaba a él.

Jungkook le acarició el muslo y le empujó la pierna que quedaba encima hacia arriba y hacia fuera. Hoseok le permitió que lo colocara porque le gustaba.

Se sentía sobre el filo de una navaja, en la que, cayera por el lado que cayera, se iba a cortar. Todo iba a cambiar para siempre. Y, seguramente, el doncel saldría con cicatrices. No obstante, no podía hacer que le importara.

Entonces, lo sintió. La gruesa y aterciopelada punta de su masculinidad allí, junto a su entrada. La respiración se le aceleró.

Jungkook se echó a reír y, entonces, se irguió contra Hoseok, apretando su masculinidad contra el lugar más sensible del doncel. El más húmedo. El más caliente.

Hoseok dio las gracias por estar de espaldas a él, porque la sensación era abrumadora. El hecho de que lo estuviera sujetando en una postura tan incómoda, con una pierna levantada y completamente rodeado por su cuerpo, atrapada al cien por cien y controlada entre sus manos, lo abrumaba. Sentía demasiado.

Lo sentía todo. Sentía cosas y lugares a los que nunca había prestado atención antes y todos y cada uno de ellos eran más salvajes que el anterior.

Pensó que tal vez podría haberle detenido si pudiera ver lo que hacía. Si él no se hubiera mostrado tan decidido para asaltar su cuerpo. No lo hizo particularmente rápido ni duro, pero fue implacable al mismo tiempo.

Venganza IntimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora