Motorón salvaje

111 25 7
                                    

La huella de tu canto echó raíces, güerita.
Y vuelven a reír tus ojos tristes, güerita.
La-ra-ra-ra-ra-ra-ra-ra-rai-ra-ra-ra...
¡Güerita...!

Caramba, en toda la tarde no me pude quitar esas maravillas que se carga en el rostro. Ojos que evocan el espacio infinito y los mares profundos, tan resplandecientes como ocultos bajo su velo de misterio insolidable. Siento como si no necesitara telescopio para asomarme al universo; las constelaciones por sí mismas se revelan en un solo vistazo a esos iris, azules como el amanecer en los confines del mundo.

He pensado tanto en ellos que ya siento que desarrollé algo diferente a la admiración: la envidia. La neta soy bien envidioso, eso debe ser. Nadie se fija en mis ojos color polvo de pueblo olvidado.

Si yo fuera morra y me viera a mí mismo, si me echaba a correr despavorida, ó me enamoro perdidamente, si es que soy morra de gustos exóticos.

Le echo ojo a la revolución tecnología que traigo por reloj pa' ver si todavía alcanzo pan o tendré que esperarme al tamalero. Dora la Exploradora me dice que valgo verga y que los panes ya se los llevó el Don Manolo, además que el tamalero ya pasó. Otra vez no ceno, campeón.

A veces solo tienes que decir «Ni modo» y aventarte de un décimo piso.

Ya es de noche, pero ningún malandro me impedirá ir a buscar papel de baño decente con Abarrotes "Lucy". Me niego a darle una sexagésima oportunidad a las servilletas.
Por el camino admiro unas gallinas felizmente picoteando granos de tierra, tan felices e ignorantes. Que fácil ha de ser gallina.

Bueno, tal vez donde vivo no está tan mal.

Es un sitio pintoresco, tranquilo y solitario donde una comunidad hegemónica en rasgos convive o se aisla con alcohol y mujeres de vida galante. Y esa gallina es un ejemplo de lo que debemos ser: felices, picoteando cada grano con la esperanza de encontrar maíz, o semillas, o tortilla, o masa de tortilla, o lo que coman las gallinas.

Pues nada, con Abarrotes "Lucy" estaba agotado, pero sin miedo voy a calar el Delsey Max Mega Jumbo, y que pase lo que tenga que pasar.
Me pregunto que estará haciendo James-

VERDOMME MOTORFIETS! START, VERDOMME, START!

¡Ah, miren, es James!

Sin pensarle mucho me acerco a donde él, notando cómo intenta arrancar su chingadera sin ningún éxito.

—¡James, justo estaba pensando en ti!-Él me mira con su preciosa JETOTA de que le doy perro asco.—¿Otra vez peleándole a tu moto?

Él me ignora y vuelve a intentar arrancarla. Como si a sentones fueras a prender algo, amor.

—Noo, a ver, hazte. Cuídame mi papel.

Lo bajo de su vehículo y le checo de nuevo su madre motorizada. Efectivamente, esta vez toca cobrarle.

—La neta no es por alardear pero en el taller de mi tío te dejaría tu bicicleta con motor bien chula y bonita. Namás deja de verme como si fuera un moco y vemos cómo nos arreglamos... ¡Y listo!

Me levanto, pero de ahí no me muevo y eso hace que me mire extraño. No le sabe. Extiendo la mano como buen hambreado y él suspira, qué inteligente es.

Sin embargo, en el rápido movimiento de sacar la billetera y darme propina por mis excelentes servicios, le noto un putazote bien acomodado en la mano que se la deja casi morada. Vete a la verga.

We qué pedo, qué te pasó.

Trato de alcanzarlo, pero se niega, retrayendo la mano hacia sí mismo, como intentando protegerla.

"Conalepo" || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora