Jacob.
Viernes, 26 de Abril de 2019.
A ella no pareció hacerle gracia nada, y su respiración se volvió aún más acelerada que la mía, puesto que poco a poco yo me estaba relajando para no perder el control y matarla antes de que pudiese sacarle la información que quería. Mientras que Dovima seguía paralizada frente a mí, respirando entrecortadamente y mirándome sin parpadear.
Su expresión de horror se me hacía tan divertida que no quería que éste momento se terminase.
Pero, tenía que obtener lo que necesitaba.
- ¿Sabes?- ronroneé, mirándola con ojos enormes y expectantes-. Debo confesar que sé que pasaron seis largos años desde que la maldita banda de tu padre destruyó a mi familia... Pero aún siento como sí hubiese sido ayer.
La perra claramente no respondió, puesto que la tenía amordazada cubriéndole la boca fuertemente con mi mano. Y ella no hacía más que tratar de controlar su respiración agitada para mantener la calma.
- Entiendo que tú no tenías nada que ver cuando esa pandilla atacó a mi casa esa noche- dije, sonriendo falsamente-. Y que protegiste a mi hermana menor cuando mi madre te lo pidió..., pero al final de cuentas tú no hiciste nada. ¡Tú no hiciste nada, maldita sea!- entonces sentí que la rabia poco a poco se apoderó de mi cuerpo, y sin darme cuenta ya estaba presionando su delgado cuerpo contra la puerta de una manera que le hizo daño, puesto que ahogó un grito-.
»¡Debiste llamar a la policía, y no lo hiciste!- le reclamé, y sus lágrimas comenzaron a caer con mayor intensidad-. ¡Tú nada más te escondiste sabiendo que adentro nos estaban torturando a los demás! ¡Fuiste una maldita cobarde!- le grité en la cara fuertemente, y apreté los dientes para no perder los estribos, ya que sabía que debía de permanecer en silencio antes de que alguien se diese cuenta de lo que estaba pasando.
Dovima no hacía más que llorar en desconsuelo, y comenzar a rogarme con sus ojos grises para que la soltase. Noté que intentó hablarme, pero mi mano sobre su boca la amordazaba y no la dejaba decir ni una sola palabra. Me la quedé observando por un minuto, dándome cuenta de que su vida estaba en mis manos, y que si quería podía asesinarla en un abrir y cerrar de ojos.
Podía asesinarla.
Y supongo, que ella también estaba segura de eso, ya que sus lágrimas desesperadas no cesaban, y cuando menos lo noté la perra ya estaba sollozando. Rogándome con la mirada que la dejase hablar.
- ¿Quieres hablar?- le pregunté en un tono cortante, y ella asintió con esa expresión de espanto-. Bueno, supieras, Dovima, que éste es tu día de suerte- dije, sonriendo de lado-. Porque no pienso asesinarte, sólo vine para que me digas en dónde está el resto de la pandilla de tu padre, y claro- me acerqué más a su rostro con ojos enormes, susurrando-: Para que también me digas dónde está él.., y no quiero mentiras, porque sí no te voy a matar.
Vi el crudo horror en los ojos de Dovima, y ella asintió con sumisión enseguida que le dije aquello.
- Ahora- dije, con un tono más calmado-. Retiraré mi mano de tu boca, y espero que no sueltes ningún grito.
Ella me miró con ojos enormes, y asintió rápidamente.
- ¿Prometes que no gritarás cuando lo haga?
Ella volvió asentir con desesperación, y yo volví a cuestionar:
- ¿Segura?- entonces hice más presión contra su delgado cuerpo con mis fuertes brazos, y le amenacé enseguida-: Porque sí llegas a gritar, te mataré.
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Cómo cometer un Asesinato ®
RomansaHarry Olsen tiene veintidós años, y es el hombre más joven en unirse al cuerpo policial de la ciudad. Pero en sus primeros días no le fue muy bien, pues adaptarse a sus compañeros de trabajo y a las cosas que se veían ahí no eran muy fáciles para él...