★ Capítulo 16 ★

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Fueron llevados a la comisaría y afortunadamente, como todas las celdas estaban ocupadas, pudieron quedarse juntos.

Esa noche Daniel les llevó una manta y un poco de comida, aunque MacDougall le había prohibido hacerlo.

—Gracias, Dan — le dijo Jake sacando los brazos entre los barrotes para tomar la bolsa que le ofrecía. Se dio cuenta de que le devolvía la sonrisa a Silva.
— Tengo que preguntar, ¿no te importa que estemos juntos?

—Oh, no, sheriff. Yo llevo mucho tiempo viendo al señor Rodríguez, observándolo. De algún modo lo sabía pero pensé que no era correspondido.

Silva se sonrojó y Jake extendió una vez más su mano, esta vez para estrecharle la suya a Dan.

—Gracias por tu ayuda.

Jake sonrió y le pasó la comida a Silva.

—No es nada. Debo irme antes de que llegue alguien, pero estaré en la resolución del juicio mañana. Descansen.

Jake se sentó en el extremo del banco más alejado de la puerta para esconderse un poco en caso de que viniera algún hombre del alcalde.

Silva se sentó a su lado y sacó de la bolsa uno de los bocadillos, dándole un bocado.

—Has recuperado el apetito —apuntó Jake, feliz.

Silva suspiró y sonrió animado.

—Sé que puede sonar tonto, pero me siento mejor ahora que lo saben y que... me has aceptado como tuyo.

Jake rodeó sus hombros con su brazo y lo apretó contra sí, besándole la sien.

Silva acercó el bocadillo a la boca de Jake para que le diera una mordida. Sabía que Jake estaba nervioso, mucho más asustado que él y no podía culparlo, había tenido menos tiempo para aceptar lo que era y sus consecuencias.

—Vamos, necesitas energías para cumplir los trabajos forzados y podernos marchar al acabar de este maldito pueblo.

—No me preocupan los trabajos forzados, sé que podemos con eso. Lo que me preocupa es la gente del pueblo. Pueden pedir algo peor para nosotros o incluso hacerlo ellos mismos.

Silva lo miró y acarició su mejilla.

—Tranquilo, el juez parece una persona sensata. Hay que esperar.

La celda solo tenía una cama, pero no les importó tanto como que está fuera dura, estrecha, sucia y llena de bultos.

Jake se acurrucó encima de Silva, pensando que sería mejor para su pareja dormir con la espalda recta. No había mucho, sin embargo, que pudiera hacer más cómoda su estancia, pero estaban juntos y abrazados, así que se durmieron sin mucho esfuerzo.

Cuando llegó la mañana, un hombre golpeó los barrotes haciendo que despertaran abruptamente, Silva casi se cayó de la cama pero Jake lo sostuvo.

—¡Levántense! ¡Es hora de irnos!

Jake ayudó a Silva a levantarse, pero no sé atrevió a hacer nada más delante de uno de los hombres del alcalde, que odiaban a los homosexuales.

Esta vez ambos fueron conducidos al estrado de los acusados y esposados con las manos hacia delante.

El miedo se había apoderado de Silva. Aunque se había comportado a la altura hasta ese momento. Sus piernas temblaban y sentía un horrible vacío en el estómago. Solo pudo rezar para que todos saliera a su favor.

El juez al fin llegó y todo inicio.

El anotador hizo un resumen del caso, leyéndolo en voz alta para todos los presentes. La expectación se respiraba en el aire, Jake y Silva ya podían sentir una soga en su cuello.

Almas perdidas ~Strange way of life~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora