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Alastor caminó hasta posicionarse frente al espejo de cuerpo completo. Allí, en la soledad del cuarto con apenas una lámpara dándole iluminación debido a que pronto serían las once de la noche, es que admiraba su vientre con una expresión difícil de describir. En sus ojos había extrañeza, confusión, incomodidad, pero sobre todo curiosidad. Sus ojos entre cerrados con duda no dejaban de dar vueltas en la imagen de su vientre, el cual también tocaba con sus manos casi como si tratara de cerciorarse de que era real y no un sueño, que aquello de verdad estaba sucediendo.

Que de verdad estaba embarazado.

Había vuelto de la estación de radio, lugar donde trabaja y transmitía su canal nocturno. Usualmente su horario comenzaba a las seis de la tarde y terminaba a la medianoche, sin embargo, los fines de semana su jornada se acortaba un par de horas.

Cómo casi todos los días, su pareja había ido a buscarlo en el auto y a pesar de que su ajeno no dejó de hablar durante todo el camino, Alastor no pudo perderse en temas triviales. La escena ocurrida en ese día no dejaba de darle vueltas en la mente, repitiéndose y provocándole reflexiones sobre sus decisiones, sobre el camino que había tomado su vida y el que seguiría tomando con los años que vendrían, pues ya era tarde para arrepentirse de algo que él mismo había buscado.

Apoyó su rostro en su mano y la vista que se apreciaba a través de su ventana se convirtió en las imágenes que veía de fondo mientras se perdía en sus pensamientos, las luces de las calles deformándose con la velocidad que el vehículo funcionaba fueron como un interruptor para darle pase libre a su cabeza para profundizar.

No comprendía qué era aquella incómoda sensación que le recorría todo el cuerpo, era muy ambigua y confusa, pues no podía categorizarla como mala, pero tampoco buena, era extraña. Quizás esa era la mejor palabra para utilizar, extraño, como todo lo había sido desde que los análisis de sangre le indicaron que efectivamente, estaba esperando un bebé.

Aún recordaba con vivides el cómo su pareja había agradecido a la doctora con una pequeña sonrisa improvisada, el cómo tomó su mano y ambos atravesaron los pasillos y vestíbulos de la clínica en total silencio hasta la salida, escuchando al barullo a su alrededor, pero haciendo caso omiso al mismo, ajenos, como si nada realmente ocurriera y hubiera sido un simple examen de rutina el cual olvidas a las horas para seguir con tu vida. Su novio no había mostrado indicios de emoción alguna, no más del hecho de haber estado apretando su mano con un pequeño temblor y el tic en su ojo izquierdo, detalles que prefirió no comentar al estar absorto y sintiendo su propia y común sonrisa flaquear como nunca antes.

Llegados a la cera y aún rodeados de gente que entraba y salía del edificio, no fue hasta ese entonces que Alastor reaccionó cuando sintió dos fuertes brazos alzarlo como si no pesara nada. Fue cargado al estilo nupcial frente a ojos de todos, pero tampoco tuvo la opción de reclamar la actitud tan desvergonzada e impulsiva cuando oyó el grito cargado de alegría y emoción desbordante.

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⏰ Última actualización: Nov 11 ⏰

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