Episodio 2: 𝐀𝐁𝐈𝐒𝐌𝐎

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(Hace meses que empecé a vivir en el pequeño pueblo de Rottword, donde las estaciones son pasajeras y nada precisas. La fama que construí como símbolo de libertad fue un error. No busco ser un símbolo; ahora mi corazón arde con un deseo de venganza y la satisfacción oscura de ver caer a las sombras una tras otra.)

Lectora (pensamientos):
"Las sombras buscan mi cabeza con una ferocidad insaciable. En cualquier momento, podría morir... pero eso ya no importa. Le fallé a mi madre."

Mientras recogía frutas en el bosque, el aire fresco apenas podía apaciguar el nudo de ansiedad en mi estómago. Arselia, mi fiel y fuerte caballo, pastaba tranquilamente, ajena al oscuro destino que acechaba al pueblo. Pero al girar en dirección a Rottword, un grito de horror me atravesó el pecho.

Las llamas devoraban el pueblo. El fuego, un demonio voraz, se alzaba en lenguas naranjas que lamían las estructuras, consumiendo todo a su paso. En la distancia, vi a Arselia, atrapada en el establo, luchando por liberarse del abrazo asfixiante del fuego. La imagen de su sufrimiento desgarró mi corazón.

Lectora (gritos internos):
"No, Arselia, ¡no te quedes ahí! ¡Voy!"


Corrí sin pensarlo dos veces, mi cuerpo en movimiento como si el viento mismo me empujara hacia ella. El aire estaba caliente, cargado de humo y gritos. Las llamas danzaban a mi alrededor, y el horror de lo que estaba ocurriendo se apoderó de mis sentidos. Cuando alcancé el establo, la escena que me recibió fue desoladora. Las sombras, seres grotescos y sin alma, masacraban a los habitantes del pueblo, su risa cruel resonando sobre los lamentos de las víctimas.

Lectora (pensamientos):
"Esto no puede estar pasando. ¡¿Por qué ahora?!"

Tomando un momento para respirar, asimilé la destrucción que me rodeaba. Entre los gritos y el crepitar del fuego, un estallido de rabia surgió en mí. Sabía que tenía que actuar, y rápido.

Monté a Arselia, cuyo pelaje brillaba con el sudor de su lucha.
¡Vamos, amiga! ¡No podemos quedarnos aquí! —grité, y ella relinchó, como si entendiera el peligro que enfrentábamos.

Mientras corría hacia el centro del pueblo, vi a una madre, rodeada por sombras, suplicando por la vida de su hijo. Sin pensarlo, desenfundé un hacha abandonada y cargué hacia ellos, gritando con todas mis fuerzas:

¡Suéltenlo, ahora!

La adrenalina disparó mi energía. El hacha cortó el aire con un silbido feroz. Golpeé a la primera sombra en la cabeza, y el ser cayó sin emitir un sonido, desvaneciéndose en un polvo oscuro. La visión de su caída me dio fuerza; el hambre de venganza fluía a través de mí.
¡Todos caerán! —grité, mientras me lanzaba hacia otra sombra, usando mis pies para propulsar mi cuerpo en un giro, asestando un golpe preciso que la desestabilizó.

La lucha se volvió frenética. Encontré un tronco caído y lo levanté con ambas manos, usando el peso para aplastar a otro enemigo que se acercaba. Miré a mi alrededor y vi que las sombras caían, pero no sin antes luchar. Algunos hombres se unieron a mí, empoderados por mi audaz ataque, formando un frente de resistencia.
¡Luchen! ¡No se detengan! ¡Recuperemos lo que es nuestro! —grité, y la esperanza se encendió en sus ojos.

Las sombras seguían llegando, pero ya no éramos solo un grupo desorganizado. Nos movíamos como uno solo, un torbellino de fuerza y determinación. Mientras luchaba, mis sentidos se agudizaban. Cada golpe, cada movimiento, resonaba en mi cuerpo como un latido de guerra.

Lectora (pensamientos):
"¡Esto es lo que quiero! ¡La lucha, la rabia, la libertad!"

Me encontré cara a cara con una sombra más grande y oscura. Sus ojos, vacíos de humanidad, reflejaban la misma sed de sangre que yo sentía. Un instante, y ambos cargamos. Cuando nuestras fuerzas se encontraron, el choque resonó en mis huesos, un eco de la furia que albergaba en mi interior.
Eres solo una sombra en mi camino. ¡Hoy no serás más que cenizas! —grité, y con un movimiento rápido, le clavé el hacha en el pecho.

El ser cayó, y su forma se desvaneció en una nube de ceniza. Con cada sombra que caía, sentía que el peso de mi ira se aligeraba, aunque en el fondo sabía que no podía escapar de la oscuridad que había comenzado a apoderarse de mí.

Finalmente, rodeada de cenizas y cuerpos caídos, caí de rodillas, el calor del fuego abrazando mi piel. Mis manos estaban manchadas de sangre, y en medio del caos, la risa triunfante de la batalla se convertía en un eco lejano. El silencio comenzó a reinar.

Lectora (pensamientos):
"¿Es esto lo que quería? ¿Venganza o redención?"

Justo entonces, una sombra más se acercó. La había olvidado. Con una velocidad inhumana, se lanzó hacia mí, sus garras brillando con el fuego que lo rodeaba. En un instante, me levanté, lista para luchar, pero Arselia, feroz y decidida, apareció de entre las sombras y embistió al ser. El choque resonó en el aire, y Arselia relinchó con fuerza, demostrando que la lealtad puede ser más poderosa que cualquier oscuridad.

¡Arselia, ahora! —grité, y ella, con una fuerza sorprendente, lanzó a la sombra lejos de mí.

El horror se había detenido, pero el eco de la batalla aún resonaba en mis oídos. Miré a mi alrededor: el pueblo, mi hogar, estaba hecho cenizas, y con él, mi esperanza de paz.

Tiempo después de aquella noche infernal, las historias sobre mí comenzaron a esparcirse. Habían hablado de cómo acabé con más de 200 hombres en una sola noche. Pero, a medida que la notoriedad crecía, también lo hacía mi desconexión con la razón por la que había comenzado. Mientras huía lo más lejos posible, el fuego y la destrucción me seguían, y la pregunta persistente resonaba en mi mente.

¿Qué había ganado realmente?

En la oscuridad de la noche, rodeada por los ecos de mi venganza, supe que, aunque había vencido a las sombras, había dejado atrás algo aún más precioso: mi esencia. Y mientras la niebla de la mañana comenzaba a envolver el pueblo, me di cuenta de que el verdadero enemigo no eran las sombras, sino la oscuridad que había comenzado a crecer dentro de mí.

Lectora (pensamientos):
"Esto no ha terminado. Tal vez, en el fondo, lo que busco no es solo venganza... tal vez es el eco de lo que perdí."

Y así, mientras el pueblo quedaba atrás, la sombra de mi propia venganza comenzó a extenderse, prometiendo que el verdadero viaje apenas comenzaba.















Continuará...

Cielo Desgarrado ~ Buda y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora