Capitulo Único

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Mi corazón se deshace
Mi pulso se desanima
Cargo un pesado equipaje
Recuerdos que contaminan

Tu ausencia es una tormenta
Que arrasa con mi alegría
Soy una lágrima seca
Soy una rama caída

Y lo más triste de todo
Es aceptar que mis labios tus besos
mendigan
Lo más triste de todo
Es que no vuelves, no vuelves, te vas y me olvidas.

Y: -¡Folk! - saludó Yoko, algo turbada.

Folk Yuang había sido socio de Faye durante muchos años. Juntos habían hecho la adquisición de unas empresas en quiebra e invirtieron a partes iguales para sacarlas adelante.

Actualmente esas empresas se hacían llamar: "Las oficinas Malisorn Peraya" en virtud de que, con el pasar de los años a Folk se le juntaron varios problemas personales que lo impulsaron a vender sus acciones dentro de la empresa. Las cuales compró Faye y se las obsequió a Yoko en su primer aniversario.

Ahora era un simple amigo de la familia, que toda su vida había vivido perdidamente enamorado de Yoko.

Fo: Se olvidó de la invitación a almorzar? - preguntó, ansioso- Todavía hay tiempo. Anímese.

Pero Yoko no tenía muchos ánimos. No luego de una mañana tan ajetreada.

Y: El enfermero que cuida a mi esposa no pudo venir hoy y las terapistas cancelaron la sesión. Gracias a Dios, la enfermera de la noche la dejó cambiada, pero no puedo pasarla a la silla de ruedas. Mis hijos no están para ayudarme. Salieron temprano. Y Rebecca fue de compras. Anoche le di la mañana libre.

Folk observó a la mujer en silencio. Estaba ojerosa, pálida, de seguro no había dormido bien durante la noche.

...Mucha realidad para una mañana del sábado que seguro usted había planificado de manera diferente, ¿verdad? - señaló ella, bajando la cabeza.

Fo: No quiero que se preocupe por nada. Yo la ayudaré. Dígame, ¿dónde está la habitación de su esposa?

Yoko subió la cabeza y abrió los ojos.

Y: ¡No! Ni más faltaba, no podría pedirle algo así.

Folk le puso una mano sobre el hombro.

Fo: La noto algo cansada, y para eso están los amigos. No tema, yo me encargaré - el tono que usó fue de esos que no admiten réplicas.

A duras penas convencida, Yoko lo llevó por un corredor hasta una habitación luminosa y limpia donde yacía postrado en una cama una mujer que no tenía similitudes con la socia que Folk había conocido años antes. Por primera vez pudo palpar la magnitud de la tragedia personal de la familia Malisorn Apasra. Observó a la individua con detenimiento. Su rostro, que en otros tiempos denotaba autoridad, era como el de una niña inocente, encogida en su cama. Yoko se acercó y le acarició la cara y los brazos, le susurró tiernas palabras en el oído. Le repitió una y otra vez cuanto la amaba. La mujer apenas respiraba en ella. Folk sintió celos turbulentos y oscuros al ver la manera en que ella la trataba. En sus gestos y palabras había amor. Debía renunciar a ella, era lo correcto, lo sensato, lo decente.

Se dirigió a la cama de la mujer. La levantó y la acomodó en la silla de ruedas.

Y: Gracias, muchas gracias - le dijo ella mientras llevaba la silla al patio de la mansión- Mi esposa se pone de mal humor si no recibe el sol y aire fresco de la mañana.

Se inclinó ligeramente y besó sus labios. Y aunque no fue retribuida, sintió las mismas emociones del primer día.

Dejó a la mujer en la sombra. Le puso música en una pequeña grabadora y se dirigió a la casa. Folk la siguió.

El Baúl de nuestros recuerdos ( Faye G¡P )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora