Desde que tengo memoria, supe que mi vida no me pertenecía. Nací en una jaula dorada, una prisión disfrazada de lujo, joyas y promesas vacías. Siempre supe lo que era mi familia. Lo que eran mis padres. Mi padre, el poderoso magnate, no se molestaba en ocultar lo que hacía. Nadie lo hacía. Al contrario, el narcotráfico corría por nuestras venas como un río que nos mantenía a flote, pero nos ahogaba lentamente.
Mi madre... ella siempre fue más sutil. Me llenaba de vestidos de diseñador, de viajes a París, de fiestas de cumpleaños con cientos de invitados, pero ninguna de esas cosas llenaba el vacío que sentía. Sabía que todo esto era un preámbulo, que todo era parte del guion que había sido escrito antes de que yo siquiera respirara por primera vez. "Para esto naciste, Ana", solía repetirme mi madre mientras me enseñaba a caminar con gracia, a sonreír sin mostrar debilidad, a comportarme como la esposa perfecta.
La esposa perfecta. Para Charles Leclerc.
—Recuerda, cariño, esto es lo que hemos estado esperando. Es un honor, una alianza que va a solidificar el poder de ambas familias —me decía mi madre mientras me cepillaba el cabello, con su tono calmado y calculador. Siempre era así.
A mis veinte años, ya sabía que mi destino estaba sellado. Mi vida nunca fue mía, y la boda con Charles era solo el último capítulo de una historia que no escribí. Él era el hijo del socio más cercano de mi padre, un monegasco dueño de varios bancos, bancos donde se lavaba el dinero sucio que sostenía el imperio de nuestras familias. Ambos habíamos nacido para esto, para sellar una alianza, para ser los peones en el juego de poder de nuestros padres. Nada más.
Y Charles me odiaba. No era un secreto, ni siquiera intentaba disimularlo. Me odiaba por existir, por ser el recordatorio constante de lo que él también tenía que soportar. Su desprecio era hiriente, cortante, y cada palabra suya era como una daga en mi pecho.
—No me toques —me dijo una vez, con los dientes apretados, cuando traté de tomarle la mano en una cena de nuestras familias.
—Solo... quiero que esto sea más fácil —le susurré en respuesta, tratando de mantener la calma. Pero él me fulminó con la mirada.
—No me importa lo que quieras, Ana. Esto no se trata de ti.
Mis intentos por ser dulce y comprensiva siempre terminaban de la misma manera. Él no quería mi amabilidad. No quería mi gentileza. Yo, que había sido educada para ser todo lo que él supuestamente debía querer en una esposa, solo recibía su rechazo.
Esta noche, la noche previa a la boda, no era diferente. La cena era un espectáculo lleno de rostros falsos, sonrisas vacías, y copas de champaña que nadie realmente disfrutaba. Yo me senté al lado de Charles, como siempre, tratando de no pensar en el nudo que tenía en el estómago. Él ya estaba ebrio, y eso me preocupaba. Cuando bebía, era peor. Mucho peor.
Su madre, la señora Leclerc, intentaba controlarlo, pero él ya había cruzado esa línea.
—Charles, por favor, compórtate —le susurró, su tono desesperado mientras él bebía otro sorbo de vino, ignorando sus palabras.
Mi padre, sentado frente a nosotros, le lanzó una mirada severa. Charles no tenía opción esta noche. Era su deber, su responsabilidad dar el discurso que marcara el inicio de nuestra unión. Su padre lo obligó a levantarse.
—Di algo, Charles —le ordenó con voz baja pero firme. Charles rodó los ojos y, tambaleándose, se puso de pie. Todos los ojos se posaron en él, y yo sentí que mi corazón se detenía.
—¿Qué puedo decir sobre Ana...? —empezó, su voz arrastrada por el alcohol, con una sonrisa torcida en los labios—. Ana es... perfecta. La esposa perfecta... criada para ser exactamente lo que es.
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Mine -Charles Leclerc-+18
FanfictionCharles Leclerc y Ana, dos hijos de poderosas familias criminales, son forzados a casarse en una unión arreglada para fortalecer sus imperios. Desde el principio, Charles desprecia a Ana, culpándola por un destino que nunca quiso. Humillándola públi...