CAPITULO LX

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La intuición era real

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La intuición era real

SAHORY

¿Qué tan cruel debe ser la vida para volvernos personas malvadas?

¿Por qué la maldad de otras personas atenta siempre contra la gente inocente?

¿Qué tan lastimados debemos estar para que ese mismo dolor nos lleve a hacer cosas irremediables?

Para unos, su infancia fue feliz. Pero para otros, fue un infierno.

—¿Qué tienes? ¿Pasó algo malo? —me pregunta Priscila muy preocupa cuando me ve.

Acabo de entrar a la alcoba que compartimos y estoy llorando mares.

—Ay Priscila... si supieses. —emito sorbiéndome los mocos.

—¿Qué pasó? —hunde las cejas angustiada.

—No te lo puedo decir. —espeto —Es algo que me confío Hank y es tan doloroso que... no sé cómo demonios él lo soporta. —es lo único que digo mientras me desplomo.

Y no sé cuál de las dos historias que me han contado es peor, si la de Tarren o la del brujo. Lo que sé y reconozco es que al menos mi esposo tuvo a sus padres que lo amaron en algún momento.

—No te mortifiques, al menos él está bien ahora. Sea lo que sea que le haya sucedido, quedó en el pasado. —me dice ella acariciando mi espalda para reconfortarme. —Él está bien ahora. —repite.

—No. —niego —Él no está bien. Y nunca lo va a estar. —mis lágrimas siguen cayendo. —Lo que me acaba de confesar es peor que morir en la hoguera.

Ahora entiendo muchas cosas. Ahora sé por qué sus ojos son así, ahora sé por qué le dolió la muerte de Logan y por qué se niega a estar con Makai. Eso último es lo que más me hiere, me entristece.

Porque ahora que sé lo que sé, él más que nadie merece ser feliz y no puede, no debe, no quiere. Eso lo lastimaría más.

Y él merece vivir su historia de amor que lo complemente. Merece ser amado y amar como cualquier otra persona.

Sigo sollozando. Termino recostando la cabeza en las rodillas de la vidente sin dejar de evocar en mi mente cada cosa que él me dijo.

***

Al otro día hago guardia por cinco horas y el resto de lo que se debía hacer lo realizo al final de la jornada.

Sobre todo, he estado evitando a aquel hombre. No quiero tener más problemas de los que ya tengo.

TARREN

Siento mi corazón latir con fuerza, apretarse contra mi pecho. Mis manos tiemblan con inquietud. Mi respiración se agita. La incertidumbre golpea mi ser.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora