Capítulo #27

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KLARA:

Ya habían pasado 15 días de la muerte de Fermín.

Tal y como Daniel había previsto vinieron unos señores trajeados a darnos un comunicado en la plaza del pueblo una mañana, estuvimos de pie más de 2 horas escuchando y viendo las pruebas que tenían incriminando a Fermín del desvío de fondos, violación, maltrato, negocios ilícitos con fiscales de Ontario y cientos de crimines más, todas las miradas calleron sobre mí durante la reunión y el camino a casa esa mañana se hizo interminable por los murmullos y las miradas acusadoras.

"Su padre la violó" "Maltrataba a su mujer" "Mató a la probe Denisse"

Esos eran algunos de los comentarios que llegaron a mis oídos.

Me había negado a salir de casa, Konnor se estaba encargando de llevar a Maicob al colegio y de buscar los alimentos para el hogar.

Por suerte Maicob había asimilado todo bastante bien, en el fondo él tampoco lo quería y eso que gozaba de la dicha de que Fermín con él tenía un tacto más ... ¿cómo decir? ¿fraternal? Quizá.

Ahora todo cobraba un poco más de sentido y en su maquiavélica mente supongo que se considerara una persona cuerda. Por eso nos despreciaba tanto a Konnor y a mí, porque no éramos sus hijos y habíamos sido frutos del adulterio de mi madre.

Por eso nunca ví una conducta tan agresiva con Sara y mucho menos con Maicob.

Claro que nada justificaba sus actos, era un maldito monstruo y tenía lo que merecía.

Mi madre, ¿por qué nos ocultó la verdad? ¿Quién era mi padre? ¿Algún día lo conocería?¿Y cuantos secretos más pudo haber tenido guardados?

En eso era en lo que pensaba cada mañana mientras preparaba el café y cada noche antes de dormir.

Fueron dos semanas buscándole una explicación, recordando alguna plática con mamá o algún indicio que pudiera llevarme a descubrir quién era mi padre, pero nada, no tenía ningún recuerdo de ella ni nada de donde agarrarme para poder buscar.

Mis abuelos habían muerto mucho antes de mi madre y no tenía hermanos o algún familiar lejano que pudiera ayudarme.

Estaba en cero.

Y vivía con el miedo constante de no enterarme nunca de la verdad.

Por otra parte la mayoría de los ciudadanos de Edmentong habían logrado entender todas las mentiras que les decía Fermín, lograron darse cuenta de lo errados que estaban y decidieron apoyar en todo lo que pudieran al nuevo sherif que pusieron a cargo de Edmentong.

Los monaguillos y todo personal implicado en los delitos de Fermín habían sido trasladados a Ontario y no sé en qué pararía pero supongo que hoy permanezcan tras las rejas.

Sobre tener algún nuevo gobernante aún no había escuchado mencionar nada y una parte de mí lo prefería así, no soportaba la idea de tener a alguien dando órdenes por doquier.

Daniel se había marchado junto con los señores de traje y no había vuelto a saber de él y en el fondo debía admitir que lo extrañaba.

¿Yo? Yo me sentía en calma, tranquila, sentía que una parte de mí había cumplido la promesa que me hice años atrás de vengar a mi madre y en una gran parte la había cumplido.

Ya prefería no darle cabeza al tema de buscar a su asesino, quién sabe y el susodicho haya muerto hace años y yo aquí viviendo todo un infierno por encontrar un cadáver.

Debía vivir mi vida, cuidar a mis hermanos, y de ser posible mudarme y empezar de cero en algún otro lugar, pero ese es un tema para el que aún no estaba completamente preparada, primero necesitaba volver a ser capaz de caminar por las calles de este lugar sin importarme las habladurías de la gente, cuando supere esa etapa seré capaz de irme y volver a hacer mi vida quizá en los Estados Unidos como mi hermano tanto quiere.

Devoción a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora