[continuación Ji-ho]

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Después de terminar la práctica de boxeo con Eun-ji, regresé a casa para cambiarme. Me sentía un poco agotada, pero también emocionada por lo que vendría después. ¿Qué habrá preparado Kim Ji-ho? Me preguntaba mientras revisaba mi armario buscando algo cómodo pero presentable. Finalmente, opté por una camiseta blanca con una chaqueta ligera de color gris y unos jeans oscuros. Algo casual, pero lo suficientemente adecuado para cualquier plan que Ji-ho tuviera.

Salí de casa rápidamente después de despedirme de mi papá, quien me lanzó una sonrisa y me recordó que no llegara tarde. Caminé hacia el lugar que Ji-ho había mencionado, pero mientras me acercaba, me di cuenta de que no sabía exactamente qué tipo de lugar era.

Cuando finalmente llegué, me detuve frente a un pequeño local con grandes ventanas. Desde afuera no podía ver mucho, solo un cartel que decía algo como "Tiendita de Lee" en letras desgastadas. ¿Es aquí? Me pregunté mientras miraba a mi alrededor, un poco confundida. El lugar no se veía especialmente llamativo, pero al menos parecía acogedor.

Abrí la puerta con un suave empujón y un pequeño timbre sonó al entrar. Lo primero que me llamó la atención fue el olor a libros antiguos mezclado con algo de polvo, pero no era desagradable, más bien reconfortante. Adentro, las paredes estaban cubiertas de estanterías repletas de cómics y algunos libros de aspecto bastante viejo. Había una atmósfera tranquila, un lugar al que probablemente no entraba mucha gente a menudo.

Al acercarme más al mostrador, vi a un hombre sentado detrás de una computadora. Tenía el cabello largo y rizado que caía hasta sus hombros, un poco despeinado, y era algo gordito. Parecía estar concentrado en la pantalla, pero al notar mi presencia, levantó la vista con una sonrisa amable.

—¡Oh, bienvenida! —dijo con una voz profunda pero cálida—. No creo haberte visto por aquí antes. ¿Puedo ayudarte con algo?

—Hola... um, estoy aquí para ver a alguien... Kim Ji-ho —respondí, un poco nerviosa por no estar segura de si estaba en el lugar correcto.

El hombre soltó una risa suave, como si la situación le resultara familiar.

—Ah, Ji-ho. Claro, claro. Está por allá, al fondo —dijo señalando hacia una puerta entre dos estanterías llenas de cómics—. Adelante, es un buen chico, aunque no lo demuestra mucho.

Le sonreí agradecida y me dirigí hacia donde me había indicado. Mientras caminaba, mis ojos vagaban por las estanterías. Había cómics de todo tipo, desde series coreanas populares hasta algunos títulos extranjeros que apenas reconocía. El lugar tenía un aire acogedor, y a pesar de ser un local pequeño, sentí como si pudiera pasar horas explorando.

Cuando llegué a la puerta que el hombre había señalado, la abrí con cuidado, revelando un espacio más pequeño, pero igual de interesante. Una mesa redonda estaba en el centro, rodeada de sillas desordenadas, y justo frente a la mesa, estaba Ji-ho, con la mirada concentrada en lo que parecía ser un libro de ilustraciones. Al verme, levantó la vista y sonrió ligeramente, como si estuviera esperando que llegara.

—Ah, ahí estás —dijo en su típico tono calmado—. Pensé que te tomaría más tiempo llegar.

Me acerqué lentamente, tratando de no mostrar lo nerviosa que me sentía. La forma en que Ji-ho siempre parecía tan relajado me hacía sentir que yo era un manojo de nervios en comparación.

—Sí, no estaba segura de qué tipo de lugar era este —admití, echando otro vistazo a mi alrededor.

Ji-ho soltó una risa leve y se recostó en su silla.

—Es la tienda del señor Lee, un buen lugar para escaparse cuando quiero estar tranquilo. No mucha gente viene por aquí, así que es perfecto para leer o simplemente estar en paz.

Lim Mi-Suk esconde un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora