Me Dediqué a Perderte

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El sol se estaba poniendo detrás de la Academia Kuoh, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa. Issei Hyodo estaba sentado en uno de los bancos del patio, observando el edificio del club desde la distancia. El viento soplaba suavemente, moviendo las hojas de los árboles que rodeaban el lugar. El silencio, solo interrumpido por el ocasional murmullo de estudiantes que se dirigían a sus actividades, hacía que Issei se sintiera más solo de lo habitual.

Desde la última gran batalla contra los héroes, había pasado algún tiempo, pero a Issei le parecía que algo más se había roto durante ese conflicto, algo que no tenía nada que ver con enemigos o poderes mágicos. Era una grieta silenciosa, casi invisible, pero cada día la sentía más profunda. Su relación con Rias Gremory no era la misma.

La observaba a través de las ventanas del club mientras ella conversaba animadamente con Akeno. Su sonrisa era tan brillante como siempre, pero no para él. Rias reía, sus ojos destellaban con esa chispa encantadora que siempre lo había cautivado, pero Issei se daba cuenta de que esas miradas y gestos ya no estaban dirigidos hacia él. La distancia entre ellos no era física, sino emocional, y esa brecha era más grande de lo que estaba dispuesto a admitir.

"¿Qué es lo que hice mal?" pensó Issei, recordando los días en que Rias solía buscarlo, en que sus conversaciones fluían con naturalidad y en que la tensión entre ellos era solo una cuestión de tiempo antes de que pudieran ser algo más. Pero ahora, parecía que todo eso se había desvanecido.

No era que Rias lo tratara mal. Seguía siendo la líder amable y fuerte que conocía, pero las pequeñas cosas habían cambiado. Ya no buscaba sus ojos con tanta frecuencia, no le pedía su opinión como antes, y las conversaciones se habían vuelto más formales. Issei suspiró profundamente, apoyando los codos en sus rodillas y frotándose el rostro con las manos, sintiendo el peso de lo que no podía entender completamente.

“¿Me equivoqué en algo? ¿O nunca fui lo suficientemente importante para ella?”, se preguntó con una mezcla de angustia y confusión.

Mientras Issei permanecía en el banco, recuerdos de momentos pasados comenzaron a inundar su mente. Recordaba la primera vez que vio a Rias en aquel sueño, cuando lo revivió como su sirviente demoníaco. Aquel encuentro marcó el inicio de su nueva vida y, desde entonces, Rias había sido su faro. Pero ¿cuándo fue que ese faro comenzó a desvanecerse?

Flashbacks comenzaron a llenar su mente: la sonrisa de Rias cuando le agradecía por protegerla en las batallas, su mirada confiada cuando le pedía que estuviera a su lado, el calor de su mano cuando lo tomaba en momentos de debilidad. Cada recuerdo era como una punzada en su pecho, recordándole lo que una vez tuvieron, lo que una vez fue fácil y natural.

Uno de los momentos más vívidos que surgió fue la batalla contra Sairaorg Bael. En ese momento, cuando la vida de Issei pendía de un hilo, había llamado a Rias de la manera más sincera posible, gritando desde lo más profundo de su alma: "¡Buchou, te amo!". Era su verdad más pura, expresada en un momento de extrema necesidad, y aunque había sentido que ella le correspondía, las cosas desde entonces no habían sido lo que esperaba.

"Tal vez pensé que ese momento lo resolvería todo..." murmuró Issei para sí mismo. Había asumido que, tras esa confesión desesperada, la relación entre ellos florecería de manera natural, que el simple hecho de haberle dicho lo que sentía sería suficiente. Pero no lo fue.

Los recuerdos felices ahora parecían una carga. Cada risa compartida, cada mirada cómplice, se transformaba en una herida abierta. La conexión que antes parecía inquebrantable ahora estaba llena de silencios incómodos y palabras no dichas.

La puerta del club se abrió, sacando a Issei de su ensimismamiento. Rias salió al exterior junto a Akeno, riendo suavemente por algo que su amiga había dicho. Ambas se dirigieron hacia el jardín, donde probablemente continuarían su conversación. Issei las siguió con la mirada, notando cómo el ambiente entre ellas era tan relajado, tan cómodo. Pero cuando Rias pasó a su lado, la chispa que solía iluminar su rostro al verlo no apareció.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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