La Sala de los Menesteres, oculta a la vista de los demás, brillaba tenuemente con una luz cálida, reflejando los pensamientos de aquellos que habían logrado entrar. Los Slytherins y los Merodeadores rara vez coincidían en este lugar, pero esta vez la tensión que se había acumulado durante los últimos meses estaba a punto de estallar.Tom Riddle, el Alfa más dominante de la generación, se encontraba de pie, con su mirada fija en James Potter. El Omega Gryffindor, que solía ser tan altivo y confiado, ahora sentía cómo su cuerpo reaccionaba inevitablemente a la presencia del oscuro y peligroso líder Slytherin. James trataba de resistirse, su espíritu rebelde luchaba contra la atracción natural, pero sabía que estaba perdiendo la batalla interna.
-Nunca podrás controlar todo, Tom -murmuró James, aunque su voz temblaba levemente.
Riddle sonrió, su rostro tan frío como una serpiente. -Oh, James, te subestimas. No estoy interesado en controlar todo... solo lo que realmente importa. Y tú, querido Potter, eres más importante de lo que piensas.
Mientras tanto, en otro rincón del castillo, Narcissa Black, la aristocrática y despiadada Alfa, caminaba decidida hacia los invernaderos donde sabía que Lily Evans, una Omega tan brillante como obstinada, se refugiaba para estudiar en soledad. Narcissa siempre había tenido un interés particular en Lily. La pureza de su linaje no importaba cuando las feromonas de Omega de Lily la envolvían como una fragancia irresistible.
-Narcissa -Lily dijo al verla acercarse, con la voz en alerta-. ¿Qué haces aquí?
Narcissa no respondió de inmediato. En lugar de eso, la tomó suavemente por la muñeca, pero con la firmeza que solo un Alfa podía ejercer sobre un Omega. -No puedes ocultarte para siempre, Evans. Sabes que esto está destinado a suceder. Y no puedes negarlo.
El ambiente se sentía denso, cargado de tensión no resuelta. Lily sentía que su corazón latía con fuerza, aunque su mente luchaba con todas sus fuerzas para resistir las palabras de la Alfa.
En otro lugar de la escuela, Sirius Black había encontrado a Severus Snape, otro Omega que odiaba tanto como deseaba. La relación entre ambos era tóxica, un tira y afloja de desprecio y deseo reprimido. Sirius, como Alfa, siempre había tratado de imponerse sobre Snape, pero había algo en el oscuro y misterioso Omega que lo desafiaba a un nivel mucho más profundo.
-Sigues escapando de mí, Snivellus -dijo Sirius, acorralando a Severus en uno de los pasillos vacíos.
Severus lo miró, sus ojos llenos de odio, pero su cuerpo traicionaba su voluntad. Las feromonas de Alfa de Sirius lo envolvían, haciéndole sentir débil y vulnerable. -Nunca me tendrás, Black. No soy uno de tus juguetes.
Pero Sirius sonrió, su típica sonrisa arrogante y peligrosa. -¿No? Ya veremos, Snape.
A pocos metros de allí, Remus Lupin caminaba junto a Lucius Malfoy, un Alfa que había mantenido una extraña fascinación por el tranquilo y reservado Omega de Gryffindor. Lucius, siempre calculador, había notado las señales que Remus trataba de ocultar. El hombre lobo intentaba alejarse de los problemas que la cercanía con un Alfa como Lucius podía traerle, pero había algo innegablemente poderoso en la atracción que sentía hacia él.
-Siempre tan prudente, Lupin -comentó Lucius, su tono seductor mientras acortaba la distancia entre ellos-. Pero sé que escondes más de lo que dejas ver.
Remus bajó la mirada, tratando de mantener la compostura. -No sé de qué hablas, Malfoy.
Lucius rió suavemente. -Oh, lo sabes. Pero no tienes que luchar contra ello. No cuando podrías tener algo mucho mejor de lo que imaginas.
Finalmente, en las mazmorras, Barty Crouch Jr., un Alfa despiadado y sin remordimientos, se cruzaba con Peter Pettigrew. Peter, un Omega débil y temeroso, siempre había sido el blanco fácil, pero algo en la intensidad de Barty lo había llevado a un nivel de miedo que no podía explicar.
-Siempre tan cobarde, Pettigrew -dijo Barty, acercándose lentamente mientras Peter retrocedía-. Pero incluso los ratones como tú tienen su propósito.
Peter trataba de alejarse, pero la presencia dominante del Alfa lo hacía imposible. -No quiero problemas, Barty.
Barty sonrió de manera perturbadora, sus ojos brillando con una malicia oscura. -Oh, yo tampoco, Peter. Solo quiero lo que es mío.
Cada uno de estos encuentros estaba destinado a cambiar las reglas de Hogwarts para siempre. Alfas y Omegas enredados en una red de poder, deseo y rivalidades que no podía ser ignorada. ¿Serían capaces de resistir sus instintos, o se perderían en el caos de sus propias emociones y conexiones predestinadas?
El castillo ya no era un lugar seguro para nadie.
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Instintos Ocultos
Random𝔈𝔫 𝔲𝔫 𝔲𝔫𝔦𝔳𝔢𝔯𝔰𝔬 𝔞𝔩𝔱𝔢𝔯𝔫𝔞𝔱𝔦𝔳𝔬 𝔡𝔢 ℌ𝔬𝔤𝔴𝔞𝔯𝔱𝔰, 𝔩𝔞 𝔤𝔲𝔢𝔯𝔯𝔞 𝔢𝔫𝔱𝔯𝔢 𝔩𝔞 𝔏𝔲𝔷 𝔶 𝔩𝔞 𝔒𝔰𝔠𝔲𝔯𝔦𝔡𝔞𝔡 𝔫𝔬 𝔢𝔰 𝔢𝔩 ú𝔫𝔦𝔠𝔬 𝔠𝔬𝔫𝔣𝔩𝔦𝔠𝔱𝔬 𝔮𝔲𝔢 𝔩𝔬𝔰 𝔢𝔰𝔱𝔲𝔡𝔦𝔞𝔫𝔱𝔢𝔰 𝔡𝔢𝔟𝔢𝔫 𝔢𝔫𝔣𝔯𝔢𝔫𝔱𝔞�...