El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de un hermoso naranja, mientras Mina Ashiro se encontraba en la azotea del cuartel general del departamento de defensa. Estaba perdida en sus pensamientos, observando la ciudad que había jurado proteger. Sin embargo, su mente no estaba solo en las misiones y las batallas. Había algo más que la inquietaba, algo relacionado con Kafka Hibino, su novio y compañero.Desde que había descubierto el secreto de Kafka, su curiosidad había ido creciendo. El hombre que amaba no solo era un humano común; había en él una fuerza poderosa y un lado oscuro que despertaba en ella sentimientos confusos. ¿Cómo podía una parte de él ser un monstruo y aún así ser tan humano y amable?
Mina se acercó al borde de la azotea y respiró hondo. Había escuchado las historias sobre los Kaiju, criaturas aterradoras que sembraban el caos. Pero Kafka era diferente. Era un ser consciente, y en su interior, latía la esencia de un Kaiju. Una chispa de deseo encendió su corazón. Quería saber más, quería conocer esa parte de él, quería sentir la conexión que existía entre ellos.
En ese momento, Kafka apareció, subiendo a la azotea con una sonrisa despreocupada, como si nada de esto lo inquietara. "¿Estás bien, Mina?", preguntó, notando la mirada pensativa de ella.
Mina dio un paso hacia él, su corazón latiendo con fuerza. "Kafka, hay algo que quiero preguntarte. ¿Qué se siente ser un Kaiju? Quiero decir, realmente, ¿cómo te sientes cuando ese lado de ti se despierta?"
Kafka frunció el ceño, dudando por un momento. "Es... complicado. Enfrentarlo puede ser aterrador, pero al mismo tiempo, me siento más fuerte. Más libre." Su mirada se tornó seria. "Pero también es peligroso. Puedo perder el control."
Mina sintió una punzada de emoción al escuchar su respuesta. La idea de que Kafka pudiera convertirse en algo tan poderoso y feroz la atraía de una manera que nunca había anticipado. "¿Y si te dejara salir? ¿Y si pudiera sentir lo que hay en ti?".
Las palabras salieron de sus labios antes de que pudiera detenerse. Kafka la miró con sorpresa, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y curiosidad. "Mina, no sé si eso es lo que realmente quieres. No quiero que te lastimen."
Sin embargo, Mina se acercó más, dejando que el deseo la guiara. "Quiero entenderte, Kafka. Quiero conocer a la parte de ti que es un Kaiju. Sé que hay una conexión entre nosotros, y quiero explorarlo."
Un silencio pesado llenó el aire entre ellos, y Kafka pareció contemplar sus palabras. Finalmente, dejó escapar un suspiro, como si estuviera enfrentando su propio conflicto interno. "No puedo prometer que será seguro."
"Te prometo que estaré contigo", le aseguró Mina, sintiendo una determinación renovada. "Quiero ver quién eres realmente."
De repente, algo cambió en el aire. Kafka se volvió más serio y, en un instante, la transformación comenzó. Su cuerpo se iluminó con una energía palpable, su piel se tornó en tonos escamosos, y una presencia poderosa emergió de su ser. Se convirtió en la imagen del Kaiju, pero los ojos que la miraban seguían siendo los de Kafka.
Mina se quedó paralizada por un momento, observando cómo su novio se transformaba en un ser colossal y magnífico. "Kafka...", susurró, sintiendo una oleada de adrenalina y deseo. Era hermoso, temible, y completamente cautivador.
El Kaiju miró hacia ella, y, a pesar de su forma monstruosa, había algo reconfortante en su mirada. "Mina, ¿estás segura de esto?".
Ella sonrió, dando un paso adelante. "Sí. Quiero que me muestres tu verdadero yo."
Con un rugido profundo y resonante, Kafka se inclinó hacia ella, y en ese momento, sintió cómo la conexión entre ellos se intensificaba. Era una mezcla de poder y amor, un sentimiento indescriptible que la llenaba de energía. El lado Kaiju de Kafka no era algo que temer; era una parte de él que ella deseaba comprender y aceptar.