Giovani logra escabullirse entre las personas y llegar al patio interno del lugar, sintiendo que al fin puede respirar.
Tomando una bocana de aire, mira instintivamente a un lado, encontrándose con una mirada ajena; es potente, casi ruda pero tierna a la vez ¿Tiene sentido? Probablemente no. Desviando la mirada, se hace a un lado, sintiéndose algo cohibido.
—¿Aturdido?— le pregunta el desconocido, con una voz dulce.
El asiente con una sonrisa suave, sin atreverse a corresponderle la mirada, ya que lo hace sentir desnudo de alguna forma, como si ese hombre pudiera ver su alma.
Es extraño.
—Si, suele pasar— concuerda el mayor, pisando los restos de su cigarro —Lindo disfraz— halaga.
Giovani se mira los pies, jugando con sus dedos —Gracias, lo hizo un amigo. Es un disfraz en conjunto; él es un demonio y yo un ángel— le cuenta, sintiendo la necesidad de explayarse. Él no es de hablar con desconocido; en parte por su naturaleza tímida y en parte para evitar problemas.
—Es ingenioso. El mío ni lo pensé, fui a la primera tienda que ví y compré lo que me quedaba y no era tan ridículo. No sé, me pareció una buena opción— dice, mostrando la máscara de Jason a la vista.
El de ojitos claros ríe suave —Es un clásico, así que está bien— reconforta, apoyando su espalda en la pared, centrandose en mirar la luna.
Se genera un silencio cómodo, algo inusual para él, ya que no suele disfrutarlos; en el silencio es donde las inseguridades y la ansiedad resuenan con más fuerza, es su peor enemigo, por eso siempre trata de callarlo con música. Aunque está vez es diferente, es tranquilo y le agrada.
—¿Te molesta si fumo?— pregunta aquel desconocido, mirándolo de reojo.
Niega con la cabeza, sin dejar de admirar la luna; tan brillante y hermosa. Tan perdido está en su tarea que no siente la mirada ajena admirándolo a él.
—¿Querés?— le ofrece, extendiendo el cigarrillo a su dirección.
No es de fumar, pero cada tanto no viene mal. Toma el cigarro en sus delicados dedos y le da una calaba profunda, liberando un poco su tensión acumulada. Si, le hacía falta. Más flojito, se lo devuelve a su dueño.
—No sos alguien muy de jodas ¿Verdad?— le pregunta el mayor, dándole otra calada —No sos una de las caras recurrentes—.
Giovani asiente, patenado una piedrita del piso —Si, no soy de salir, no es lo mío; la música fuerte me aturde, me agobia estar rodeado de tantas personas y me da vergüenza que me vean bailar. En realidad, es irónico ya que soy bailarín, estoy acostumbrado que me vean bailando— explica, riendose de su contradicción.
—¿Sos bailarín? Que piola. Si, no tenías carita de actor, ni influencer. Estaba entre cantante o modelo, pero no se me cruzó la de bailarín— dice, robandole una risita.
—Vos sos ¿Boxeador? Recuerdo hacerte visto en alguna entrevista pero no estoy seguro—.
El desconocido asiente, sonriendo en grande —Así que, bailarín...y estás acá afuera, fumando— resalta, pasándole los restos del cigarro.
—La vida es un misterio— concluye, robándole una risita al contrario.
Ambos se miran por unos breves segundos en silencio, quedándose otra vez en ese cómodo silencio. De fondo comienza a resonar una de sus canciones favoritas, por lo que le es inevitable no mover su pie al ritmo de la melodía.
—Sabes, yo soy bastante de madera en realidad, le pongo onda, pero no soy malo malo ¿Vos me podrías enseñar un par de pasitos? Algo sencillo— le pide, conservando su linda sonrisa.