Capítulo 38 | ¿Qué te pasó?

30 7 12
                                    

Mirando desde la distancia aquella casa donde tuvo recuerdos negativos, siente que algo en su mundo estuvo mal, no lo sabe a ciencia cierta, pero está consciente de que todo lo que sucedió en su vida fue para algo que aún no comprende. Lo ha intentado, pero la verdad es que a veces no sabe cómo entender cosas que aún se le complican.

El mundo tiene grietas, esas mismas grietas toman formas para envolverte entre ellas. Quizás el tiempo suele ser el equivocado cuando intentas alejarte de algo, pero, más allá de eso, se ve en el desastre colectivo que vas dejando a tu paso. Un momento más oportuno seguirá siendo la única luz que se arriesga por alumbrar aquellas pequeñas calles que ya no tienen ninguna oportunidad. Sí, tristemente, está en un camino lleno de trampas con rosas espinadas que llegan a romperte en dos.

No quiso entrar, solo se quedó afuera observando aquella casa a la que siempre me ha costado volver luego de que su padre murió. Se fue alejando, manteniendo la distancia entre la única situación no sana que lo mantiene atado a un punto exacto lleno de tanto veneno. ¿Quizás hubiera estado todavía? ¿Lo hubiera podido proteger más si aquello no pasaba? No lo sabe, pero pensarlo algunas veces lo lastiman un poco.

—Ari, ¿A dónde vas? —Preguntó cuando pasó el portón y lo vio casi subiéndose a su coche, este se acercó a él, dándole un tierno beso sobre sus labios.

—Voy al bar un momento, Boo Boo. Iré a arreglar unas cosas.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, estaré bien, volveré pronto. ¿Cenamos todos juntos cuando vuelva?

—Claro, solo no te tardes tanto.

—No lo haré.

Ese no lo haré se convirtió en una completa mentira, donde todos estaban sentados esperando a que llegara la Bestia. Ángel había ordenado su comida favorita y hasta le dejó un par de mensajes que este nunca respondió. ¿Por qué no le atiende? Hubo un momento donde sintió sus emociones algo alborotadas y luego ya no sintió nada. ¿Le pasó algo será? Todos estaban preocupados.

El pequeño decidió ir a buscarlo en el bar, puesto que eso fue lo que le había dicho. Rey lo acompañó mientras que los demás se quedan en casa a ver si vuelve. Al llegar al bar, no vieron su coche estacionado ni nada parecido. Ángel y Rey entraron y se acercaron a la barra.

—Hola, Jerry, ¿A qué hora se fue mi hermano del bar? —El mencionado le miró algo confundido.

—Él no ha venido por aquí.

—Pero me dijo que vendría al bar.

—No, lo siento, si hubiera venido lo habría sabido —¿Qué? ¿Cómo que no fue al bar? ¿Entonces dónde está? Se quedó pensando, luego tomó a Rey de la mano y juntos salieron del lugar.

—Amor, ¿Y dónde puede estar?

—No lo sé, Rey, pero esto no me está gustando. Sobre todo porque ni siquiera responde mis mensajes. Vamos a casa a ver si ha vuelto —Los dos volvieron a casa y Aaron no volvió.

Ángel estaba en la habitación, con su teléfono en la mano y caminando de un lado a otro mientras que lo llama una y otra vez. Repicaba, pero él no contesta. Eso no está bien y está demasiado preocupado. ¿Le habrá pasado algo? ¿Pero cómo? Es decir, es la Bestia, ¿No? ¿Cómo podría pasarle algo? Eso es algo muy difícil.

Rey entró a la habitación e intentó calmarlo, pero eso no estaba funcionando y cada vez que decía algo, Ángel terminaba más que preocupado.

—Amor, hay que calmarnos.

—¿Calmarnos? ¿Crees que puedo calmarme cuando Aaron no aparece y no responde mis mensajes ni mis llamadas? No puedo no preocuparme. ¡Diles que vayan a buscarlo!

Bajo Mi Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora