Capitulo 5: recuerdos y realidades

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Elara se sentó en su cama, rodeada de libros y apuntes, pero su mente estaba lejos de las clases y proyectos. Decidió llamar a su madre, sabiendo que era el momento de conectarse con su hogar. Al otro lado de la línea, la voz de su mamá resonó con familiaridad, pero también con un tono que siempre la dejaba un poco insegura.

—Hola, mami. ¿Cómo estás? —preguntó Elara, tratando de sonar animada.

—Hola, Elara. Aquí, en lo mismo, ya tú sabes. ¿Y tú? ¿Cómo va la vida en la universidad? —su mamá le preguntó, y aunque la voz era cariñosa, Elara podía notar un leve tono de juicio.

—Bien, mami. Estudiando mucho. Ya sabes que tengo que sacar buenas notas para mantener la beca —respondió ella, sintiendo el peso de las expectativas.

—Ay, mi hija, siempre tan ocupada. Pero, ¿y los hombres? ¿No tienes tiempo para eso? —preguntó su madre, dejando escapar una risa que a Elara le sonó forzada.

—Mami, estoy enfocada en mis estudios. No tengo tiempo para eso. —Elara intentó cambiar el tema, pero su mamá seguía.

—¿Y por qué no trabajas un poco? No es que estemos nadando en dinero aquí. Te necesito, y tu familia también. Ya sabes que solo cuento contigo, Elara —dijo su madre con una sinceridad que apretó el corazón de Elara.

—Lo sé, mami, pero estoy haciendo lo mejor que puedo. Extraño mucho a todos ustedes. A mi abuela, a las primas, a mis hermanos... ¡Dios, cómo los extraño! Espero que llegue pronto el verano para poder ir a República Dominicana —dijo, sintiendo la nostalgia en cada palabra.

—Sí, pero cuando llegues, espero que lo hagas con algo de dinero, porque no tengo nada —replicó su madre, con un tono que hizo que Elara sintiera un nudo en la garganta.

—Voy a intentar, mami. Estoy trabajando en eso —contestó Elara, tratando de mantener la calma. Pero cada palabra de su madre era como un golpe que la hacía sentir pequeña e insegura.

Después de la conversación, Elara colgó y se dejó caer en la cama, con la tristeza envolviéndola como una manta pesada. Sentía que, a pesar de todo el esfuerzo que hacía, nunca era suficiente para su madre. La dureza de su familia siempre la seguía, y a veces se preguntaba si alguna vez podría salir de ese ciclo de insatisfacción.

Con el corazón pesado, sacó su teléfono y vio que tenía un mensaje de Jaxon. Quería saber cómo estaba, pero en ese momento, Elara no podía responder. La tristeza que la abrumaba era demasiado fuerte. Se sentía sola y decepcionada, deseando poder compartir con Jaxon la belleza de su vida en la universidad, pero en lugar de eso, solo podía pensar en lo distante que se sentía de su familia.

Se quedó mirando el mensaje sin abrirlo, luchando con sus emociones, deseando que las cosas fueran diferentes, deseando que pudiera sentirse lo suficientemente fuerte como para compartir con él lo que realmente sentía. Pero en ese instante, el peso de su realidad la mantenía atrapada en una tristeza que no sabía cómo liberar.

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