En las estrellas || Kivi

Prólogo

«Nefertiti. Todo el mundo ha oído hablar de ella al menos una vez en su vida, ya sea por películas, libros, artículos..., y no es para menos; estamos hablando de la primera reina-faraón que hubo en el Antiguo Egipto».

«Nefertiti fue una de las mujeres más influyentes y poderosas que hubo en aquella época. Se sabe muy poco de su historia, y la mayor parte de la información que tenemos hoy en día se basa en suposiciones y teorías, pero..., ¿cuánto de lo que creemos saber hoy en día sobre ella es realmente verdad?».

Repito esos dos párrafos en mi cabeza una y otra vez, como si de un mantra se tratara. Estoy nerviosa y tengo miedo de que se me olvide cualquier detalle, por mucho que haya pasado días en mi casa recitando cada una de las palabras que voy a decir hoy. Las manos me tiemblan, al igual que el resto del cuerpo, así que intento respirar hondo para tranquilizarme en la medida de lo posible; Evidentemente, no funciona. Desearía haberme tomado una tila al salir del hotel, pero eso significaría que tendría que haberme levantado pronto, y esa opción no era factible.

     Me acerco a las escaleras que hay para subir a la parte de detrás del escenario y veo algo que me puede ayudar a calmarme: un espejo. Camino lentamente hacia él, y poco a poco, la imagen de la mancha que llevo en la camisa, se va haciendo más nítida ante mis ojos, haciéndome entrar en pánico de nuevo. «¿De dónde saco yo una camisa nueva ahora?». Miro hacia todos lados; estoy sola. No hay nadie a mi alrededor que me pueda salvar de hacer un ridículo espantoso. Por un breve instante me llego a plantear si sería mejor salir en sujetador, pero descarto la idea al recordar que perdería la credibilidad que supuestamente tengo, y eso no me viene muy bien para la conferencia que tengo que dar. Una mujer medio desnuda dando una charla sobre una reina del Antiguo Egipto. «Seguro que sería la noticia que saldría en la primera página del periódico».

Me resigno ante mi destino inminente de quedar fatal ante decenas de personas y procedo a subir las escaleras que tanto respeto me dan, las que me dejan a "un telón" del área de peligro: el escenario. En la zona trasera está todo muy oscuro, y la única excepción a la penumbra son unas pequeñas luces led blancas que recorren el suelo, indicando por dónde pisar para orientarse. Veo muchos cables y hierros, pero no hay ni una sola persona que pueda ayudarme, o incluso darme ánimos. Sé que he llegado pronto, pero no esperaba encontrar todo tan desértico. Y como si lo hubiera invocado, en ese instante aparece un hombre cuya cara no puedo distinguir por la luz tan tenue que invade el lugar, hasta que se acerca y extiende su mano hacia mí, esperando una respuesta que no tarda en llegar. Es un hombre de unos cincuenta años, canoso, con un traje mal acomodado y un ligero olor a sudor, pero yo llevo una mancha misteriosa en la camisa, así que no soy quién para criticar el aspecto de nadie. Aprieto su mano gentilmente y él me mira emocionado, como si estuviera hablando con el presidente del país o con alguien parecido, y sólo soy yo.

—¡Doctora!, soy un gran admirador de su trabajo, he leído su tesis y... Oh, disculpe mis modales, mi nombre es Tinet Rubira, profesor de "Historia de la Antigüedad" y de "Arqueología", además de rector de la universidad.

     Por un momento me quedo sin palabras, sin saber lo que responder a ese pobre hombre que parecía pensar más rápido de lo que hablaba. Me cuesta mucho creer que haya personas que me tengan cierto respeto y admiración únicamente por lo que he hecho en la vida, que no se diferencia mucho de lo que hace cualquier otro en su jornada laboral. Mientras que yo descubro objetos y construcciones en los yacimientos, él educa a los futuros profesionales que ayudarán a que el país salga adelante. Las dos cosas me parecen igual de importantes.

     —Me alegro de que le gustara la tesis. Hoy he venido a hablar sobre el descubrimiento que la inspiró.

     —Lo sé, yo soy quien la va a presentar, soy el rector.