𝒳𝒳𝒳𝒳- 𝓟𝓲𝓮𝔃𝓪𝓼 𝓮𝓷 𝓵𝓪 𝓶𝓮𝓼𝓪-

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*Separador: Omnisciente*

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*Separador: Omnisciente*

Siempre se dice que antes de la calma viene la tormenta, y eso era lo único que la Reina de Lunae esperaba. Con los ojos cerrados y toda la fe del mundo, le pedía a su Diosa Luna que los guiara y les ayudara a sobrellevar las difíciles situaciones que enfrentaban.

La luna brillaba hermosa en el cielo, llenando de calma a la Reina. Nada malo podría suceder mientras estuvieran bajo su atenta mirada, bajo su protección divina.

Desde la planta baja, se escuchaban los gritos de Krista. La pelea que se disputaba entre ella y su marido no había parado ni por un segundo desde que él mismo le había hecho saber la situación con su pequeña hermana.

—¡Deja de hacerme perder el tiempo!

—No estás pensando con claridad, Fera.

La Reina suspiró, intentando mantener la compostura y resistiendo el impulso de bajar y poner a ambos en su lugar. Entendía la preocupación de Krista; la cazadora temía por lo que podría ocurrirle a su hermana. Sin embargo, también deseaba creer que su marido tenía un punto válido al pensar que Adara no le haría daño a alguien que le importara tanto. Ambos querían creerlo.

—Deja que llegue la ayuda —Continuó Daniel— Bajaremos con nuestros mejores hombres, recuperaremos a Ophelia. Solo relájate.

—¡Ella fue muy clara! Si me quiere allí, eso haré.

La Reina sabía lo confundida que estaba Krista. ¿Por qué sería peligroso estar en el mismo espacio que Adara? Aún así, la insistencia de Sam en que Krista no bajara al inframundo sembraba dudas.

¿Qué había hecho Adara para que la licántropa se pusiera tan intensa al implorar que la cazadora no se acercara al inframundo?

La Reina abrió los ojos lentamente, observando a las dos chicas frente a ella.

—¿Vas a esperar a que terminen de pelear? Porque te advierto que pueden tardar días —Murmuró Samantha con cansancio.

—Es necesario que ambos escuchen lo que tienes que decir —Respondió la Reina con serenidad.

—No, no del todo.

Aquellas palabras hicieron que la líder la mirara con sospecha y al fin aceptara que Sam le contara lo que pasó sin la presencia de los cazadores.

Solo Andrómeda, Evanna y Sam estaban sentadas en el gran salón, listas para dialogar sobre lo sucedido.

—Entré en la mente de la vampiresa... o eso creo. No había nada más que un inmenso bosque...

Sam comenzó a relatar su aventura en la mente de la híbrida, pero se detuvo antes de mencionar quién era la persona que había encontrado en aquel lugar, alguien que no debería estar ahí.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora