Capítulo 14.

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Me escondí con el corazón despedazado; seguía doliendo como si el tiempo si hubiera pasado en vano.

Nunca pensé que dolería tanto, el hecho de oír su voz me quebró por dentro; dolería más tenerlo frente a mí, por eso me escondí.

Discutían por dinero...

No había cambiado en todo éste tiempo... No cambió antes, mucho menos ahora.

—Óyeme bien, imbécil —amenazó Bruno —: tienes una semana para pagarme ese dinero. Si no me pagas... Tú sabes qué va a pasar...

Oí que algo cayó en el sillón... Seguramente lo golpeó o eso pensé... Más atrás un golpe en la puerta me aceleró la respiración.

—Así será querido amigo. —prometió Santiago con miedo.

—Somos compañeros; recuerda que los amigos no existen. —reclacó Bruno chasqueando los dedos.

«Santiago... ¿Ahora en qué estás metido con Bruno?»

Me limpié mis mejillas y al oír que seguían discutiendo me fuí corriendo por las escaleras y me encerré en mi habitación... Oír su voz era demasiado para soportarlo...

Era tanta la desesperación que necesitaba desahogarme y como no me atreví a decírselo a nadie, busqué una hoja y una pluma. Me senté en la alfombra y apoyé mis codos en el colchón con la pluma en mi mano y la hoja en el colchón.

Escribir fué lo que me hizo desahogarme aquellas noches... Ahora escribir era lo que me iba a hacer sentir mejor y sacar todo lo que me causó su voz en mi casa.

Con lágrimas en los ojos y sollozos privando mi corazón, empecé a escribir otra carta para él:

¿Sabes lo que sentí al escuchar tu voz?

No puedes saberlo y lo que más me duele es que sigas siendo aquél hombre sin sentimientos que solo vió en mí un transporte... Sabes perfectamente a lo que me refiero... Puede que a tí se te halla olvidado... No fuistes tú el que salió lastimado, fuí yo... Para tí fué una fortuna no sufrir como sufrí yo.

Muchas veces me dijiste que me querías, que yo era el centro de tu vida, que siempre me ibas a proteger de todos los bandidos, como le dices a los malos. Todo resultó siendo una cruel mentira.

Una vez me quisiste darte explicaciones y no las quise escuchar por el asco que sentí por tí; ahora mucho menos quiero escucharlas, no vale la pena perder el tiempo contigo escuchando más mentiras de tu boca.

Todo eso fue mentira... Hasta aquél beso que me diste en tu auto, no significó nada para tí, pero para mí significó mucho.

Te burlaste de mí de la manera más asquerosa y eso no se puede olvidar. Te entregué mis labios en tu auto y eso no significó nada para tí... ¿Sentiste asco al besarme? Quiero que por primera vez en tu vida te atrevieras a decirme la verdad; ya no tiene ningún caso que sigas mintiendome.

¿Alguna vez me quisiste?

No creo, porque alguien que quiere no hace lo que tú hiciste conmigo.

Ahora te tengo en mi casa, a pocos pasos de mí. Escuché lo que dijiste y eso me decepcionó aún más de tí; aunque, en el fondo aún siento algo por tí, no sé qué es exactamente, no sé si es un cariño que no quiero aceptar o si es que aún te amo como para aún sufrir por tí, como ahora estoy sufriendo.

Para: Bruno Moreno.
De: Dylan Marqués.

Mis lágrimas mojaron el papel dejando unas pequeñas marcas en nuestros nombres al final de la carta... Me sumergí en mi carta, leyendola en voz alta como si le estuviera contando este gran dolor a mi mejor amigo. Apreté la hoja en mi pecho con el interior desgarrado; un par de lágrimas más antes de tomar la carta y romperla en pedazos como hice con las demás cartas que le escribí en secreto.

Bajo la lluvia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora