Capítulo 10: sanando las heridas

5 2 0
                                    

Elara estaba sentada en el mismo rincón de la biblioteca donde solía estudiar, pero ese día, ni los libros ni las notas frente a ella lograban captar su atención. Su mente seguía atrapada en un ciclo de pensamientos oscuros, reviviendo cada palabra y cada gesto que la había hecho sentir menos.

Mientras estaba perdida en sus pensamientos, un suave sonido de pasos la hizo levantar la cabeza. Era Jaxon. Se veía un poco nervioso, pero decidido. Llevaba algo en la mano, un libro que Elara no alcanzó a distinguir desde donde estaba.

—¿Puedo sentarme? —preguntó, con una sonrisa vacilante.

Elara asintió, aunque sus ojos no lo miraron directamente. Sabía que no podía seguir ignorándolo, pero el dolor aún la mantenía distante.

Jaxon respiró hondo, buscando las palabras correctas. —Sé que lo que pasó con mi madre fue horrible... y no tengo excusas para no haber dicho algo en ese momento. Lo siento mucho, Elara.

Elara lo miró, viendo la sinceridad en sus ojos. Pero el nudo en su pecho no se deshacía tan fácilmente.

—No tenías que disculparte —murmuró ella, aunque sus palabras no eran del todo ciertas—. Yo... no soy como ustedes.

—Eso no importa —respondió Jaxon rápidamente—. Lo que importa es quién eres, no de dónde vienes. Y tú, Elara, eres una persona increíble. No puedo soportar verte pensar lo contrario.

Sacó el libro que había estado sosteniendo y lo puso suavemente sobre la mesa frente a ella. El título decía: "El poder de sanar tu interior." Elara lo miró sorprendida, sin saber qué decir.

—Encontré este libro hace un tiempo —continuó Jaxon, frotándose la nuca, algo incómodo—. Me ayudó a ver las cosas desde una perspectiva diferente, y pensé... que quizá te podría ayudar también. Creo que todos tenemos cosas que necesitamos sanar, y tú no deberías cargar con todo ese dolor sola.

Elara tocó el libro con delicadeza, aún procesando sus palabras. Jaxon tomó aire y citó una frase que había subrayado en el primer capítulo.

—"La belleza no está en los ojos que miran, sino en el corazón que sabe sentirla." —La voz de Jaxon era suave, pero llena de convicción—. Elara, tú eres una de las personas más hermosas que he conocido, no por cómo te ves, sino por quién eres. Y quiero que lo sepas, siempre.

Las lágrimas se acumularon en los ojos de Elara. Nadie le había hablado así antes. Nadie le había mostrado tanto interés en su bienestar. Sus labios temblaron mientras intentaba hablar.

—Jaxon... gracias —susurró, con la voz quebrada.

Él sonrió, sintiendo un poco de alivio al ver que sus palabras habían llegado a ella.

—Solo quiero que estés bien —dijo, tomando su mano suavemente—. Y si necesitas a alguien para pasar por todo esto, estaré aquí. No tienes que enfrentarlo sola.

Elara apretó su mano, dejando que las lágrimas finalmente cayeran. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía que estaba luchando contra el mundo sola. Jaxon estaba allí, y por ahora, eso era suficiente.

Mi inspiración Donde viven las historias. Descúbrelo ahora