CAPITULO LXIV

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Sin corazón no debería haber ningún tipo de sentimiento

HANK

No sé qué significa esa punzada dolorosa que golpea el hueco donde yacía mi corazón, pero me está torturando. Me duele el pecho.

El lord Norwich sale cabreado de la fortaleza sin antes lanzarme una amenaza de muerte. Todos me culpan y me recriminan lo que hice, pero los ignoro. Toda mi atención está puesta en el guerrero que se encuentra arqueado con las manos sujetas a un grueso lazo que lastima sus muñecas.

Su espalda está vuelta mierda y todo por ponerse a defenderme.

Aron se dirige hacia él para soltar sus manos y al hacerlo Makai se desploma cayendo de rodillas al suelo. También me precipito hacia ellos y me inclino cuando medio se sienta de lado para apoyar las palmas en el piso. Su respiración es pesada y el sudor le recorre la cara y el cuello como si le hubiesen rociado agua.

Entre abre la boca para respirar mejor.

—No tenías por qué hacerlo. —le susurro. Mi voz sale preocupada, un tanto martirizada.

Me mira despacio.

—No hubiese soportado verte sufrir así. —me responde en el mismo tono —No iba a dejar que te lastimasen. Al menos yo estoy acostumbrado a esto.

La punzada vuelve a golpear ese lado de mi pecho con mayor fuerza.

<<¿Por qué rayos me duele ahí?>>

<<¿Por qué diablos me duele verlo de esta forma?>>

Se supone que no debo sentir. Se supone que no tengo corazón.

—Aun así, no valía la pena. —le digo —No eres responsable de mis acciones.

—Tus problemas ahora son mis problemas, y si tengo que recibir cien azotes para que no salgáis herido en todo esto, lo haría... solo si eso asegura que estarás bien.

<<Demonios, ¿por qué me está diciendo eso? ¿Y por qué me siento miserable? ¿Fragmentado?>>

Nadie había hecho algo así por mí, y nunca pensé que esa acción viniese de quien menos lo imaginé. ¿Por qué ahora? ¿Por qué él?

¡Era mi enemigo, maldición!

Los mechones se le pegan a la piel húmeda. No puedo verlo más así. El azul de sus ojos me contempla con calidez y yo lo miro con aflicción.

—Déjame curarte al menos. —le digo.

—No. —se niega.

—¿Por qué?

—Quiero conservar las cicatrices. —lo miro confundido.

—¿Qué dices?

Pero en vez de responderme me echa.

—Vete. —exclama —Puede que el líder te haya perdonado, pero ellos no. —se refiere al resto de la tropa —En cualquier momento podrían lincharte y no estoy en condiciones de evitarlo.

No quiero dejarlo aquí tirado, pero tiene razón. Así que termino por asentir. Los soldados se encargarán de él.

—Gracias. —le susurro.

Me levanto y me encamino hacia el sanatorio mientras escucho las quejas de los guerreros.

Y ese vacío en el pecho me sigue doliendo.


SAHORY

Veo a Hank precipitarse hacia el sanatorio y lo sigo. Algo en mí se rompe al ver su rostro lleno de desolación.

Lo vi todo.

Vi cuando Tarren iba a castigarlo y yo iba a bajar para intervenir, pero me detuve cuando Makai dio la cara por él.

El corazón se me encogió cuando lo azotaron.

Hablo un rato con el brujo y Priscila se nos une porque también vio lo que pasó.

La noche llega y con ella, Tarren. No me habla, me ignora. Pues aún sigue enojado por todo lo que sucedió.

Al amanecer los caballeros y los voluntariados se apresuran a preparar los carruajes y todo lo que se necesita para partir mañana temprano al valle Dreadfort. Ese rumor recorre la fortaleza, de esa forma me enteré.

Allí darán el impacto final según ellos.

Aria me contó que el estado de Makai no es grave, pero que se reusó a ser curado por completo. Solo le lanzó una leve curación para aliviar el dolor, dijo que quería conservar las heridas.

Eso me dejó un poco desconcertada. ¿Quién querría tener cicatrices?

Llega la tarde y por fin Tarren me dirige la palabra, pero solo para decirme que me prepare para salir mañana al amanecer. Algo que ya sabía.

Por otro lado, no tendré que preocuparme por Priscila, ya que vestida como hombre pasará desapercibida como siempre, pero no me gustaría que siguiese trabajando como si fuese realmente un voluntario. Así que convencí a Tarren de que la pasase a la tropa Sunlivey.

Al principio se negó, pero logré convencerlo. Al menos con nosotros no tendría que hacer trabajos tan pesados porque Tarren sabe su verdadero género.

Además, estaría más cerca de ella.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora