Capítulo 39 | Un gran golpe

33 6 7
                                    

—Padre, ¿Se siente bien? —Preguntó al ver al pequeño acostado y sin levantarse. Adriel se fue acercando, se subió a la cama y colocó su mano en su cabeza, este estaba viendo hacia la pared y parecía estar en trance —¿Por qué no va a almorzar con nosotros? Lo estamos esperando.

—No tengo hambre.

—Pero, padre, debe comer.

—Bien, solo comeré un poco para que dejen de estar preocupados por mí.

—Vale, eso está mucho mejor. Lo esperamos abajo, eh, no se tarde mucho.

Ángel se levantó de a poco, se pasó las manos por el rostro y salió de la habitación. Aaron no le ha hablado. De hecho, solo lo trata mal cada vez que intenta hablar con él. Aquello lo estaba enloqueciendo porque no sabía qué ha pasado. Bajó al jardín y los chicos están ahí, Oliver se sentó a su lado y lo tomó de la mano.

—Si él almuerza con nosotros yo me voy —El corazón del pequeño sintió ese dolorcito que no podía evitar, tomó un poco de su refresco para intentar tragarse el nudo que se formó en su garganta.

—Padre, no diga esas cosas.

—Fuera de la mesa.

—Jirafita, no seas así.

—Bestia, no sé qué te ha pasado, pero no tienes que tratarme de ese modo. No te he hecho nada.

—No me interesa, mejor vete de aquí.

—Padre...

—No te metas, Adriel.

—No voy a irme.

—Entonces me iré yo —Se puso de pie y comenzó a alejarse de ellos. Ángel se quedó pasmado, porque la verdad es que no estaba comprendiendo nada. Los chicos le miraron y su amigo le dio un apretón, queriendo decirle con eso que está con él, pero el pequeño se soltó de su agarre y se levantó para irse.

Tomó su casco, salió de la casa, se subió a su moto y antes de ponérselo, su ceño se frunció al ver el coche de su Bestia más que chocado en varias partes. Se bajó y se acercó a este, tocando con sus dedos el coche. Se quedó pensando unos segundos, luego volvió adentro, corriendo y acercándose a los chicos.

—¿Qué pasa, My Love?

—Nada, solo necesito a mi amigo. ¿Me acompañas?

—Sí, obvio.

Oliver se puso de pie y siguió al pequeño, le dio un casco también y ambos se subieron en la moto. El menor no sabía qué pasaba, pero de todos modos hará lo que él quiera. Lo llevó justo al centro de control, los dos entraron y el pequeño se sentó y su amigo lo siguió.

—Necesito que hackees las cámaras del pueblo.

—¿Todas?

—Todas.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Le hicieron algo a mi Bestia, es por eso que reacciona de ese modo.

 —¿Cómo lo sabes, mejor amigo?

—El coche de mi Bestia está chocado. Él jamás dejaría su coche así. Además, siempre tiene cuidado porque es como su bebé. Necesito que hackees la cámaras del pueblo, vamos hazlo rápido. 

—Vale, necesitaré tan solo unos cuantos minutos para hacerlo. 

El pequeño se quedó viendo lo que hace, estaba rogando porque sea lo que está pensando, porque de ser así, entonces, hay problemas, y muchos, no solo porque se comporte con él como un idiota, sino porque tal vez, hará cosas que no haría. Oliver estaba concentrado haciendo su trabajo, colocando códigos y demás en la computadora. Ángel se levantó de donde estaba y se acercó con uno de sus hombres para decirle que por favor fuera a comprar café para todos. 

Bajo Mi Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora