el reencuentro

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Adara se giró lentamente, sosteniendo en sus manos una pequeña caja de madera adornada con intrincados patrones. Al abrir la caja, reveló una pequeña figura de un cardo delicadamente tallada en mármol blanco. Su sonrisa iluminó el bosque, y sus ojos brillaron con una luz cálida y acogedora.

Mateo se sintió atrapado por la belleza de adara y la serenidad del momento. El cardo, símbolo de protección y amor, parecía radiar una energía especial en sus manos.

---¿Qué significa esto?---preguntó Mateo, su voz apenas un susurro.

Adara se acercó a él, la sonrisa aún en su rostro.

---Es un regalo para ti, Mateo---dijo suavemente.
---Un recordatorio de que, incluso en la oscuridad, hay belleza y esperanza---

La sonrisa de adara era como un rayo de sol en un día nublado, cálida y acogedora. Sus ojos brillaban con una luz interior, y sus labios curvados hacia arriba revelaban una dulzura que Mateo no sabía que existiera.

Mateo se sintió como si hubiera sido transportado a otro mundo, donde la tristeza y la seriedad de adara eran solo un recuerdo lejano. La sonrisa la hacía parecer vulnerable y humana, y Mateo se sentía atraído hacia ella como una mariposa hacia la luz.

---¿Adara?---tartamudeó Mateo, incrédulo.
---Nunca te había visto... sonreír---

Adara se acercó a el, la sonrisa aun en su rostro, y ofreció la caja.

Mateo tomó la caja, sintiendo el peso del cardo y la mirada de adara. Su corazón latía con emoción,y su mente estaba llena de preguntas.

Mateo estaba sumido en el sueño, con la imagen de adara sonriendo aún fresca en su mente. Sostenía la pequeña caja de madera en sus manos, admirando la delicada figura del cardo de mármol. La luz del bosque parecía filtrarse a través de la caja, iluminando su interior.

De repente, un sonido agudo y discordante resonó en el aire, como el chirrido de una puerta oxidada o el golpe de un cristal roto. El sonido fue tan intenso que Mateo se despertó de golpe, sintiendo como si hubiera sido arrancado del mundo onírico.

La caja desapareció de sus manos, y se encontró sentado en su cama, jadeando, con el corazón latiendo a toda velocidad. La habitación estaba oscura y silenciosa, excepto por el sonido de su propia respiración.

Miró a su alrededor, desorientado, tratando de recordar dónde estaba. La habitación era familiar, pero el sueño había sido tan intenso que le costaba distinguir la realidad de la fantasía.

Se pasó la mano por la frente, tratando de calmar su mente. El sueño había sido tan real...adara sonriendo, el cardo de mármol, el bosque misterioso...

Buscó la caja en la oscuridad, pero no estaba. ¿Había sido solo un sueño?

Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. La luna llena iluminaba el cielo, y el viento susurraba suavemente a través de los árboles.

Mateo estaba sumido en sus pensamientos, tratando de descifrar el significado del sueño, cuando el sonido de su celular lo sacó de su ensimismamiento. La pantalla iluminada mostraba el nombre de Ismael, su amigo desde la infancia.

Mateo respondió la llamada y una voz familiar con un acento español resonó en su oído.

---Hola, Mateo, ¿cómo estás, tío?--- preguntó Ismael, con su acento español.

---Ismael, ¿qué pasa? ¿Todo bien?--- respondió Mateo.

---Sí, sí, todo bien, gracias. Pero necesito hablar contigo sobre una cosa importante,--- dijo Ismael.

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