Capítulo 11: Volterra

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Alice lo miró con el ceño fruncido, sin comprender cómo Jacob podía mantenerse tan firme.

—Jake, no es tiempo de dudar ahora —gritó Alice, su voz llena de frustración—. ¡Edward se va a Italia, a ver a los Vulturi! Sé que te habló de ellos. Cree que tú y Bella murieron y él va a...

Jacob sintió cómo el aire se escapaba de sus pulmones, el corazón palpitando con fuerza en su pecho. Recordó claramente la vez en que Edward le había contado sobre los Vulturi, sobre su poder, sobre lo que eran capaces de hacer. "No estoy dispuesto a vivir sin ti", le había dicho Edward alguna vez. Ahora entendía lo que significaba: Edward estaba dispuesto a acabar con su vida si creía que Jacob ya no existía.

—¡No, no, no! ¡No puede hacer eso! —gritó Jacob, la desesperación comenzando a aflorar—. Pero... pero él se fue. ¡Se rindió con lo nuestro! ¿Qué diferencia puede haber ahora? Sabía que algún día tendría que morir, entonces... ¿por qué?

Alice lo observó en silencio por un momento, y cuando habló, su voz fue suave, casi llena de tristeza.

—Creo que él siempre supo que no sobreviviría mucho tiempo sin ti —dijo con discreción, sugiriendo que Edward prefería morir antes que vivir en un mundo sin Jacob.

Jacob apretó los puños, sintiendo la rabia burbujear dentro de él. ¡Edward! ¿Cómo podía haberlo dejado y ahora decidir morir para estar con él? La contradicción lo atormentaba. Pero mientras su mente luchaba entre el dolor y la ira, comprendió que no podía dejar que esos sentimientos lo cegaran. Edward estaba convencido de que Jacob estaba muerto, y si no actuaban rápido, sería irreversible.

Sin embargo, justo cuando decidió que debía hacer algo, un pensamiento lo golpeó con fuerza: la reunión del consejo. Sabía lo que estaba en juego, lo que su presencia significaba para su padre, para la manada... y aunque todo en su interior le pedía que corriera tras Edward, que lo salvara, había tomado una decisión y no iba a cambiarla ahora. No podía.

—No puedo ir —dijo con voz quebrada, bajando la mirada al suelo, evitando los ojos de Alice—. Pero puedo ayudar de otra manera.

Alice lo miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.

—Jake... —comenzó, pero el menor la interrumpió.

—Tengo un plan —dijo, levantando la vista y mostrando una determinación que no había tenido hace un momento—. Tú y Bella tienen que ir, pero no yo. Si me quedo, ustedes tendrán un lugar al cual volver. Si yo cruzo esa línea, no habrá marcha atrás.

Alice lo miró con el ceño fruncido, queriendo replicar, pero las palabras murieron en su boca al ver el dolor en los ojos de Jacob. La resolución en su rostro era clara: estaba dispuesto a renunciar a Edward. Y no había nada que pudiera decir para hacerlo cambiar de opinión.

Transición y Retorno (Edward Y Jacob)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora