He terminado de entender que es imposible vivir la vida sin un poquito de locura, un poquito de hacer el tonto, otro poquito por aquí, otro poquito por allá, no sé si me entendéis, lo que yo quiero decir es que de nada sirve vivir sobreviviendo, vivir con miedos, vivir esperando una caída -que por otra parte terminara llegando- que hoy estamos arriba y ya veremos donde estamos mañana, pero y qué más da eso, ¿no lo entendéis? Hoy estamos rozando el cielo con los dedos y solo los que estamos sobreviviendo ignoramos ese hecho, nos pasamos el día pensado 'y mañana qué pasará' pero mira, voy a vivir, hoy estoy aquí, tocando el cielo con los dedos, y si mañana caigo, pasado me vuelvo a levantar, porque si algo he aprendido es que no todo duele eternamente, que las malas rachas pasan, y que la caída solo va a doler durante el tiempo que tú la dejes hacerlo.
He entendido que las despedidas siempre duelen, -como las caídas, mientras tú las dejes-, he aprendido que mi felicidad depende de mi, que nunca tiene que depender de terceros, mucho menos cuando estos terminaran marchándose, quiero decir que esta de puta madre dejar que alguien te haga feliz, pero prefiero que nadie recoja un peso tan grande como ese, nadie excepto yo; también he aprendido que vivir echando de menos sigue siendo sobrevivir, y me he enterado de que perdiéndote he terminado ganándome, y qué bonita ha sido la conquista, el reencuentro, y darme cuenta de que lo único que necesitaba para ser feliz era a mi misma.
Así que que sobrevivir siga siendo un verbo, y vivir siga siendo mi única opción -aunque sea como siempre, haciendo el tonto. Aunque sea para verte sonreír. Aunque sea una vez más-.