Mi Luna - poemas del corazón es un viaje íntimo que voy a ir actualizando, este va rumbo hacia lo más profundo del alma, una colección de poemas breves que capturan la melancolía de las noches solitarias y el eco de los sueños no alcanzados. Cada v...
Me llamaste raro, como quien acaricia una flor que no entiende, dijiste amarme por lo que no comprendes, pero sé que, un día, me odiarás por eso mismo.
Romantizar el sufrimiento es aprender a respirar en el filo de la agonía, a sentir el hermoso ardor de correr sin descanso, la carrera interminable donde el alma se quema más que los pies.
La pérdida se convierte en un eco bajo una luna verde;
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el dolor por quienes ya no están, por ese amigo de cuatro patas que ya no corre, por amores que se evaporaron como niebla ante el sol de una mirada distante.
El amor se vuelve una melodía insípida, el arte, una carcasa sin alma. ¿De qué sirven las metas, si lo mejor de uno florece en el abismo de los peores días?
No temas el lugar oscuro, sumérgete en sus profundidades. Siente cada golpe, cada corte en la carne de tu ser, porque cuanto más arde el fuego, más brillante la quemadura que deja.
La intensidad no puede quedarse dentro, se transforma en una obsesión que te consume y te libera. Es peligroso tener poder sin propósito, como una tormenta atrapada en un frasco, genera amargura, inseguridad.
Pero si eres distinto, si sientes el llamado de lo que está más allá, necesitas construir, necesitas caídas para encontrar tus alas, necesitas laberintos para encontrar tus sombras. Hay una versión de ti, una que solo nace en la agonía del esfuerzo extremo, en ese oscuro laberinto onírico donde te ves desde la distancia.
La mayoría nunca entrará en ese vacío, nunca verá el otro lado, donde todo lo que eres se desmorona para renacer como alguien nuevo.
Y ese otro lado... es el todo. El todo que nunca se ve sin haber perdido primero todo lo que se fue.
