Milo era un estudiante de enfermería en su último año de universidad, un joven de veintidós años que soñaba con hacer una diferencia en el mundo. Su vida académica había estado marcada por largas noches de estudio y jornadas extenuantes en el hospital, donde realizaba sus prácticas. A pesar de su dedicación, siempre había sentido un vacío en su interior, una sensación de soledad que lo acompañaba en cada paso.
Desde que sus padres lo dejaron en su pequeño apartamento para que se enfocara en sus estudios, había aprendido a vivir en la rutina monótona del día a día. Las horas en el hospital se convirtieron en su refugio, un lugar donde podía sumergirse en el cuidado de otros y, por un breve momento, olvidar su propia tristeza. Sin embargo, a menudo se sentía aislado, sin conexiones profundas, sin la calidez de un amor verdadero.
Todo cambió cuando conoció a Luna, una joven paciente cuya vida estaba marcada por la lucha contra la leucemia. A través de sus interacciones, Milo descubrió una chispa de luz en su vida oscura. Luna, con su risa contagiosa y su espíritu indomable, se convirtió en su inspiración. En su presencia, Milo comenzó a experimentar lo que significaba amar y ser amado.
Pero el tiempo es un maestro cruel, y la vida de Luna pendía de un hilo. Mientras él se enfrentaba a su propia soledad, el amor que había encontrado se convertía en una tormenta de emociones, llevándolo a cuestionar el significado de la vida y la muerte.
Así comienza la historia de Milo y Luna, un viaje de la Luna en nuestro cielo y la estrella que brilla hoy en día con la intensidad de una bella luna.
Milo miraba por la ventana del hospital, sintiendo el peso del silencio que lo rodeaba. La música siempre había sido su refugio, pero ahora, en medio de la rutina del hospital, esa melodía se sentía distante. Sin embargo, sabía que su vida cambiaría al conocer a Luna, su paciente de cáncer, aunque no podía imaginar cuán profundo sería el impacto que tendría en él.
—¿Milo? —una voz suave interrumpió sus pensamientos. Era Luna, su sonrisa iluminaba la habitación como un rayo de sol.
—Hola, Luna. —se acercó a ella, sintiendo que su corazón latía más rápido—. ¿Cómo te sientes hoy?
Ella lo miró con una chispa de energía.
—Como si pudiera conquistar el mundo, aunque un poco desde la cama. —dijo, riendo suavemente.
Milo sonrió ante su entusiasmo. Había algo en su risa que lo hacía sentir vivo.
—Eso suena ambicioso. ¿Qué música te gustaría escuchar hoy? —preguntó, recordando que ella había mencionado su amor por las canciones.
—¿Tienes alguna recomendación? —respondió Luna, inclinándose hacia él con curiosidad—. Siempre me han encantado las canciones que me hacen soñar.
Milo pensó por un momento y luego dijo:
—Hay una banda que me encanta. Sus letras son profundas y realmente te hacen sentir.
Ella asintió, sus ojos brillando con expectativa.
Milo encendió el altavoz que había llevado consigo, y pronto el sonido suave de la música llenó la habitación. Las notas flotaron en el aire, y él se acomodó en la silla junto a su cama.
—Me encanta. —dijo Luna, cerrando los ojos y dejando que la música la envolviera—. Es como si cada canción contara una historia.
—Sí, exactamente. —respondió Milo, sintiendo que la conexión entre ellos se profundizaba—. La música tiene esa capacidad de hablarnos en momentos en que las palabras no son suficientes.
A medida que pasaban los días, cada encuentro se llenaba de risas y de compartir sus canciones favoritas. A Milo le sorprendía cómo Luna podía encontrar belleza incluso en las melodías más tristes. Su espíritu indomable lo cautivaba, y a la vez, lo llenaba de una profunda tristeza.

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LUNA DE MI LUNA
RomanceEn la noche oscura, donde el silencio duele, bajo un cielo estrellado, mi corazón se muere. Eras mi luna, brillante y sincera, tu risa, un susurro que el alma espera.