3. ¿Cómo le digo al corazón que te olvide?

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Era un Miércoles a la tarde. Adam Bareiro había dejado a su pequeña hija al cuidado de Yanice, una niñera (quien por mera casualidad, también era paraguaya) agradable de mediana edad, para poder irse a entrenar tranquilo (o relativamente tranquilo, ya que él era muy protector de su niñita) al predio de River. Yanice solía quedarse en su antiguo domicilio, cuando ni Darío ni él mismo podían quedarse a cuidar de Ainhoa, ya que justo ambos tenían que entrenar en determinadas ocasiones, cada uno para su respectivo club.

Esa tarde, el tiempo estaba muy frío (lógico, considerando que era pleno invierno), con lo cual el joven omega estaba abrigado de pies a cabeza. Es como si el clima mismo intentara imitar su estado de ánimo.

Adam decidió mudarse al barrio de Núñez, para estar más cerca del estadio Monumental. No fue nada fácil para él abandonar la casa en la cual vivió tantas cosas con Darío. Y sabía que tampoco podía prohibirle para siempre a su ex esposo de ver a Ainhoa; por más macanas que se hubiera mandado el argentino, seguía siendo su padre, y la niña merecía pasar tiempo con ambos (por más separados que estuvieran).
Incluso a veces, Adam se preguntaba a sí mismo si quizás había sido demasiado extremista al bloquear a su ex marido, más considerado que tarde o temprano, tendría que comunicarse con él para concretar qué días y en qué horarios le correspondería visitar a Ainhoa. Pero la ira y la impotencia de haber sido "guampeado" por el amor de su vida aún lo consumía (peor aún: todo el mundo supo del affaire del xeneize con esa Jimena Barón, y él fue el último en enterarse), y no quería verlo ni en figuritas o saber nada acerca de él.

Una vez Adam llegó al predio, se sumó al resto del plantel, quienes estaban trotando bajo las órdenes de Marcelo Gallardo, el flamante DT de River.
Marcelo: - ¡Vamos chicos! El descanso viene después. ¡Ahora pónganse las pilas, loco!
Luego de correr durante más de una hora de forma intensa, Gallardo le dijo a su plantel que ahora podrían descansar. Pero más tarde, iban a practicar tiros al arco e iban a hacer un mini partido, entre suplentes y titulares.

Adam se sentó en un rincón a tomar agua de su cantimplora, más bien alejado del resto. En ese momento, desbloqueó su celular y le envió un mensaje a Yanice, para saber si todo andaba en orden en casa.
Luego, navegó un rato en Instagram, pero cerró la aplicación al poco tiempo. Acto seguido, se puso a mirar algún que otro vídeo de YouTube para despejar la mente.
Estaba tan absorto en los vídeos, que no se percató de la presencia de su amigo Enzo Díaz (quien se sentó a su lado), hasta que éste le dio una palmadita en la espalda, haciendo que el paraguayo se sobresaltara.

Enzo: - Jajajaja, tranquilo, wachín. Soy yo, el Enzo de la gente - dijo jocosamente, sonriéndole al final.
Adam: - Uh, perdón loco que ni te saludé. Ando re en otra, ¿vos todo bien? - respondió, intentando disimular su malestar y forzó una sonrisa.
Enzo: - Sí, me doy cuenta. Andás como perdido hace rato. Tenés cara de "No superé al sinvergüenza de mi ex" - sentenció Enzo, a sabiendas de lo que hablaba, ya que él fue de los primeros en enterarse cuando su amigo se separó.

El paraguayo se quedó boquiabierto, con los ojos abiertos de par en par, y en silencio por un instante. Hasta que reaccionó segundos después.

Adam: - ¿Tanto se me nota? No lo puedo creer, che...
Enzo: - Naaaa tranqui. Y sí, se te nota, por la cara de pocos amigos que tenés 24/7 - el argentino se rió luego de este comentario, pero luego se recompuso y prosiguió - Ya fue, Adam. Superalo al tarado de Benedetto. No sólo es bostero, sino que encima hasta un ciego se daría cuenta de que es tremendo salame. Aparte, ¿sabías que ni siquiera sabe patear un penal? No te podés hacer drama por semejante logi.
Adam: - No es tan fácil, rey. Nosotros tuvimos toda una historia en común. ¡Hasta tenemos una hija en común! Él fue mi primer amor de verdad, porque nunca estuve tanto tiempo en una relación seria como con él. ¿Cómo se supone que tire a la basura ocho años de "amor"? O al menos, lo que yo creía que era amor. Porque mientras yo apostaba a lo nuestro, él se iba de parranda con sus "amiguitos" los fines de semana y llegaba a casa a cualquier hora.
Enzo: - Bueno, vos mismo te diste la respuesta, amigo. Alguien que te hace sufrir, no merece que sigas pensando en él ni un segundo más. Yo te conozco hace apenas un par de meses, y me doy cuenta que sos tremendo pibe. Definitivamente, merecés algo mucho mejor. Y encima irse de joda cada dos por tres, sabiendo que tenés una hija a tu cargo, mal ahí loco.
Es re cualquiera Benedetto. O debería decir, Memedetto - acotó Enzo con una risa sarcástica al final.

La charla con Enzo le sacó un peso emocional de encima a Adam. Sin embargo, aunque sea de a ratos, no podía evitar extrañar de a ratos a aquel alfa que había marcado su vida.

No todo lo vivido con Darío había sido malo: recordaba bien aquellas tardes de otoño en las que paseaba con él (cuando apenas empezaban a salir como pareja), hablando sobre todo y nada a la vez, los besos con el atardecer como testigo, los apodos tiernos, los momentos entrañables de juegos y risas con Ainhoa, los chistes ocurrentes del jugador xeneize, los festejos cargados de alegría luego de que Boca se coronara bicampeón (de la Copa Argentina en 2021, y de la Copa de la Liga Profesional en 2022). Por algo Adam había decidido casarse con él y no con otra persona, y lo mismo le sucedió al Pipa. Nadie los obligó a dar ese gran paso...

Una parte de él, muy dentro suyo, deseaba volver a esas épocas y a su alfa, olvidarse de todo lo que hoy en día los estaba separando y no volver a dejarlo. Pero, ¿qué sentido tenía volver a quien tanto daño le había hecho, con actitudes del argentino que sabía bien que a Adam le dolían, y sin embargo seguía actuando de la misma forma? Y ya la infidelidad con Barón había sido la gota que rebalsó el vaso. Si Darío no conocía sus propios límites, Adam debía mostrárselos.

Mientras pensaba en cómo estaría sobrellevando su ex todo esto de la separación  con cuántas personas estaría justamente ahora saliendo y cuántas veces se habría enfiestado desde que rompieron, nuevamente la voz de Enzo lo desconcentró.
Enzo: - Holaaa, llamando al planeta Bareiro. Che amigo, estás disociando otra vez. ¿Qué pasó?
Adam: - Uy perdón, Enzo. Andaba pensando en muchas cosas. No va a volver a pasar jajajaja - dijo medio sonrojado por la vergüenza el paraguayo.
Enzo le desordenó el pelo juguetonamente, y luego le habló.
Enzo: - No pasa nada bro, te decía que si después del entrenamiento, te gustaría que nos juntemos. Me pregunto si tu nena extraña al "tío Enzo".

Adam, después de mucho tiempo, sonrió genuinamente. Le hacía falta pasar un buen rato con un amigo. Distraerse de su propia realidad, aunque sea por un momento.

Adam: - Dale, man. Me re copa. Y sí, de hecho Ainhoa te extraña.
Enzo: - ¡Bárbaro, rey! Allí estaré.

Me dediqué a perderte (Benedetto x Bareiro) (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora