— ¿Seguro que ella no lo notó?— De seguro sí, pero no dijo nada.
Me encontraba yendo de regreso a casa, lo cual era un alivio. No había recibido ninguna llamada por parte de las chicas, lo cual también era un alivio. Lo único que me tenía un tanto inquieta, era el hecho de que iba en el auto de un desconocido.
¿Cómo había terminado ahí? Dos palabras: por torpe.
Si, eso. Porque de no haber dejado tirado mi celular, él no me habría seguido y por consiguiente, ofrecido a llevarme.
«Solo está siendo gentil» me recriminó la conciencia. Lo miré de reojo. Conducía concentrado en el camino, aún con las gafas oscuras y el semblante serio. No parecía incómodo, de hecho lo noté bastante relajado, aunque no era muy conversador.
— ¿No se molestará tu amigo por desaparecer?— pregunté cuando se detuvo en una luz roja.
— No.
— Qué dicha. Algo me dice que las mías no me dejarán en paz mañana.
— Me imagino.
¿En serio?, ¿Solo eso?
Mi celular vibró de repente, alejando mi atención del señor monosílabos.
«¿Por qué tardas tanto, May?, ¿No prefieres que yo vaya por ti?»
¿Era en serio?
«Ya voy de camino, no te cuesta esperar un poco, ¿verdad?»
«Sabes que no soy bueno con la paciencia» escribió agregando una carita de fastidio.
«Pues ni modo» tecleé.
«Te quiero...»
«Ya lo sé»
«...Pegar» luego envío varias caritas riendo.
Rodé los ojos, medio fastidiada medio divertida. Solo Asher tenía la capacidad bendita de desquiciarme y hacerme reír al mismo tiempo.
— ¿Tu novio?— por un momento había olvidado con quién me encontraba.
— ¿Eh?
— El que te escribió.
— ¿Por qué das por hecho que es un hombre?
— Por tu cara de enamorada.
— Yo no estoy enamorada— aseguré. Él no pareció creerme.
— Si tú lo dices.
No dijimos más en el resto del camino. ¿Enamorada?, ¿Yo? ¿Y de Asher? ¡Eso jamás! Solamente estaba siendo una ilusión frustrada, más dolorosa que las demás, si... ¡pero solo eso! Yo no sabía lo que era estar enamorada, nunca me había pasado y me negaba a creer que lo estaba de Asher. El chico se parqueó al borde de la acerca y yo salí casi corriendo del auto. Una vez afuera, me giré hacia él con una sonrisa de boca cerrada.
— Gracias por traerme, y perdón por la molestia.
— Fue un placer— sin embargo, ni siquiera me vió.
Fruncí el gesto, porque el tipo me pareció un tanto desagradable. Bien, como fuera, dudaba que volviera a tratar con él de todos modos. Cerré la puerta sin decir más y dando media vuelta, avancé hacia mi casa.
— ¡Mamá, ya llegué!— avisé, cerrando la puerta.
— ¡Okey, cariño!— dijo desde la cocina.
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No mires atrás
Short Story«la realidad puede ser dura, pero de ilusiones tampoco se vive»