Capitulo 4. El rostro de un ángel.

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«¿Qué podía hacer yo por ti, Mugiwara...?»

Law despertó al sentir el sol que se reflejaba por la ventana circular del Polar Tang. Miró a Luffy, sentado, contemplando a los peces de mil colores afuera, como si estuviera dentro de un estanque. Su mano izquierda tocaba el vidrio, y aunque no podía ver su rostro, la imagen le parecía hermosa... sin saber por qué.

Sin embargo, salió de su trance al notar que la mano derecha del chico sostenía su gorro blanco sobre su regazo, aquel que la noche anterior había caído al suelo al atender su ataque de pánico. A eso se sumó notar que estaba tapado con una manta. Con ello, se reincorporó en su asiento, volteando así Luffy a mirarle.

—Veo que te encuentras mejor.

—Solo fui al baño hace rato. Pero tu cuerpo estaba frío —respondió Luffy, lo cual avergonzó a Law, quien se quedó sin saber qué decirle—. Es increíble que alguien tenga en su propia habitación un baño; yo tengo que compartirlo con toda mi tripulación —y con ello, sonrió ligeramente—. No quería despertarte, así que regresé aquí a ver los peces, y, ¿sabes? Siento como si estuviéramos dentro de una pecera.

—Nunca lo había pensado de esa manera. Aunque sería aburrido.

—¿Por qué?

—Porque una pecera es un espacio limitado, alejado de la realidad de afuera. Estarás en una zona de confort, pero no sabrás qué tan feliz pudiste ser estando afuera —respondió Law, sin darse cuenta de que no estaba eligiendo la mejor explicación de algo tan sencillo, no en ese momento.

—¿Me estás diciendo que me vaya de tu habitación? —cuestionó Luffy, apesadumbrado.

—No, yo... —dijo Law, alterado por haber cometido ese error, subiendo a su cama para explicar lo sucedido, gateando un par de veces hasta quedar cerca de Luffy, a su costado derecho—. No quiero que te vayas.

Luffy se sorprendió de escuchar eso. Pero Law lo hizo aún más al percatarse de lo que acababa de expresarle y en la posición, literal, en que se encontraba.

Y así ambos se quedaron mirando, sin saber qué decir. Porque, mientras Luffy notaba que los ojos grises de Law tenían un toque dorado casi llegando a sus pupilas, Law miraba el rostro de Luffy bañado de fondo por la luz que se colaba por la ventana del Polar Tang, lo que le hizo recordar nuevamente a la más hermosa estatua de su ciudad natal, que era un ángel, solo que esta vez ya no le pareció que tuvieran comparación... porque el rostro que contemplaba en ese momento era simplemente superior.

De pronto, un sonido llenó la habitación, rompiendo el momento: era el estómago de Luffy, emitiendo un rugido violento. Law se impactó, sin entender qué pasaba.

—Lo siento, es que tengo hambre —dijo Luffy, apenado.

—Entonces, vayamos a que comas algo... —respondió Law, mientras iba a bajarse de la cama, pero el joven le interrumpió, jalándole la ropa.

—No quiero salir... ¿Podría comer aquí?

—Escúchame, puedes quedarte en este barco el tiempo que quieras, pero yo soy el capitán aquí y deberás seguir mis órdenes. La comida solo se sirve en el comedor. Así que vamos —expresó Law, intentando sacar de este estado anímico a Luffy, quien, desanimado, suspiró y lo siguió, saliendo por la puerta que Law le detenía para que no se quedara atrás.

—Gracias —agregó Luffy, entregándole el sombrero a Law, quien se lo puso y avanzó tras de él.

Cuando llegaron al comedor, por fortuna, solo había alguien más compartiendo el espacio, alguien que, de hecho, hacía el desayuno en ese momento: Bepo.

La «D» es de ¿Destino? Lawlu One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora