Renacer Antes del Caos

Prólogo: La Llama del Caos

La humanidad no estaba preparada para el Despertar. Nadie imaginaba que, de un día para otro, poderes inimaginables surgirían entre personas comunes. Lo que comenzó como un fenómeno inexplicable pronto se convirtió en una carrera por el control. Algunos despertaron habilidades sobrehumanas: el poder de manipular fuego, alterar el tiempo, leer mentes o controlar el espacio. Otros no tuvieron esa suerte, quedando indefensos en un mundo que cambiaba más rápido de lo que podían adaptarse.

Al principio, los Dones fueron celebrados. Fueron un milagro, un renacimiento de la humanidad, o al menos así lo vieron algunos. Pero el miedo y la ambición se esparcieron como pólvora, y en cuestión de meses, las naciones comenzaron a dividirse entre aquellos que poseían poderes y aquellos que los temían.

Las guerras estallaron. Organizaciones clandestinas surgieron, como Aurea, cuyo único objetivo era reunir y controlar a los más poderosos. Gobernantes cayeron, ciudades fueron destruidas, y amigos se convirtieron en enemigos. El mundo entero se desmoronó en un abismo de caos y traición.

Ryu Hwan fue uno de los pocos que resistió hasta el final. En ese mundo roto, él y su pequeño grupo de aliados lucharon desesperadamente por devolver un mínimo de esperanza. Pero el tiempo no estaba de su lado. Perdió amigos, perdió su hogar, y al final, perdió a quienes más amaba.

La batalla decisiva llegó en el año 2044. Rodeado por enemigos y sin posibilidad de victoria, Ryu comprendió que la guerra estaba perdida. Cada movimiento que hizo, cada sacrificio, no había sido suficiente. Todo lo que quedaba era muerte y cenizas.

Fue entonces cuando sintió la energía oscura que lo envolvió, una energía que no podía comprender. En ese momento de absoluta derrota, deseó con cada fibra de su ser tener una segunda oportunidad.

Y cuando el mundo finalmente se oscureció, despertó veinte años en el pasado, con el conocimiento de todo lo que estaba por venir. Una nueva oportunidad había sido puesta en sus manos.

Esta vez, no habría lugar para errores. Esta vez, cambiaría el destino del mundo, sin importar el costo.

Fin del Prólogo

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