Prólogo

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Karime
– ¡No puedo más!

Me siento tan frustrada, no sé qué hacer para quitar esta enorme sensación que está pasando dentro de mí en este momento, es un muy mal momento.
Sentada en la sala de conferencia, todos amontonados en la parte delantera tratando de escuchar lo que explica la profesora.

– Señorita Pindter. – Me sobresalto al escuchar mi apellido. – ¿Se encuentra usted bien?

Todos en la sala me observan detenidamente esperando mi respuesta, sintiendo los nervios a flor de piel, el sudor resbalando de a poco por el enorme calor que estoy sintiendo en estos momentos. Menos mal no hay nadie sentado a mi lado.

– Sii... up... profesora. – Mi voz está saliendo más chillona de lo normal – No pasa nada.

Se me queda viendo por un rato, como si supiera lo que me está pasando, y de inmediato bajo la vista un poco avergonzada.

Al cabo de un rato, la escucho continuar con la clase mientras pienso en lo que debería hacer, si me voy de la clase, o me voy directo a mi apartamento, o si...

No puede ser.

No termino con mis pensamientos, porque en eso mis manos hacen caso omiso a lo que digo, van en busca de su objetivo.

Oh por dios, estoy loca.

Es lo que me repito una y otra vez. Pero necesito concentrarme en lo que dice la profesora y tratar de sacar buenas notas para el parcial, y la clase apenas comienza.

El verano que estoy pasando, y tener un sueño húmedo con ella, comienza a hacer efecto en el momento menos indicado.

Observo detenidamente que no esté nadie pendiente del crimen que estoy apunto de cometer.

Con una mano sobre el escritorio, moviendo mi lápiz de un lado para el otro, mi espalda apoyada en el respaldo del asiento y la mochila a un lado de mi puesto, siento mi mano derecha comenzar a sobar suavemente mis muslos de arriba a abajo, mis piernas abriéndose un poco más de lo normal para permitir el paso de mi mano aún más arriba, mis respiración un poco más fuerte de lo normal y mi pulso un poco acelerado, quizás de nervios o excitación. Tal vez de ambas.

Jamás había cometido un acto como el que estaba apunto de hacer.

En eso mi mano comienza a deslizarse un poco más arriba, subiendo un poco mi vestido. Mi piel en esa zona desprende un poco de calor, y mi punto pulsando de necesidad, con ansias de ser tocado.

Mientras todo esto ocurre, me concentro en la principal dueña de mis fantasías, en la profesora que es mi vecina.

Está vestida con un pantalón de tela negro que le marca ese trasero y la parte delantera a la perfección, una camisa de vestir color blanco arremangada por los codos donde se pueden notar ese par de brazos tonificados, su piel blanca ligeramente tostada por el sol, un rostro femenil con rasgos marcados, ojos miel que están protegidos por unas gafas que la hacen ver muy intelectual, cejas y pestañas perfectas y tupidas, labios rosados que me hacen querer chuparlos cada vez que estoy cerca de ella, y los hermosos hoyuelos en sus mejillas cada vez que sonríe, acompañado de ese sedoso cabello teñido de rojo, pero conservando ligeramente su tono café natural que me hace querer enterrar mis manos en el para cuando la tenga chupando entre mis piernas. Ella es simplemente...

Perfección.

Prohibida.

Caliente.

Mis manos tocando la zona de mi entrepierna protegida por mi ropa interior negra de algodón.
Observo detenidamente a la profesora mientras comienzo a crear una fantasía caliente. Mis manos hacen a un lado la pequeña tela y comienzo a presionar ese pequeño punto de nervios, mi respiración acelerándose un poco, tratando de ocultar los gemidos que amenazan con salir.

A este punto no me interesa si se da o no cuenta de lo que estoy haciendo, mis manos masajeando la zona con un poco de presión de arriba a abajo lentamente me hacen olvidarme de todo, sintiendo mis dedos húmedos por la excitación. Mis caderas se retuercen un poco, y lucho por mantener mis ojos abiertos.

De repente, siento una intensa mirada en mí, y cuando volteo la encuentro a ella, observando detenidamente todo lo que está pasando. Sus ojos miel mostrando hambre hacia mí, su lengua paseándose sobre sus carnosos labios cada vez que puede, su boca se mueve y toca la pizarra tratando de explicar algo, pero sin poder concentrarse en lo que hace.

Yo me siento tan bien, cerrando un momento los ojos, tratando de llegar al punto mágico, mi alrededor a cámara lenta sin querer terminar con este increíble momento.

De repente, todos se concentran en sus escritorios, y la profesora se sienta en el suyo, sin apartar la mirada miel de mí, mientras me sigo tocando, e ingreso un dedo lleno de mis fluidos en mi interior, sintiéndome explotar. Mantengo mi vista en ella, soltando fuertes respiraciones, acelerando un poco más mis movimientos. Ella pronuncia una palabra sin sonido, pero soy capaz de entender a la perfección.

Vente para mí.

Es con eso que siento mi vista nublada, mi cuerpo trata de estremecerse por el inmenso placer que siento, y los gemidos luchan por escapar. Muerdo mis labios fuertemente mientras me vengo. Un inmenso orgasmo que sé que jamás voy a olvidar, y que sé que ella tampoco.

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Pasaron unos cuantos minutos, cuando la conciencia viene a mí, y es ahí donde me siento avergonzada.

¡Oh por dios! ¿Qué hice?

Con eso me hundo en mi asiento, mis dedos mojados por el espectáculo que le acabo de dar a la profesora, y lo único que hace ella es lamerse los labios despacio mientras suelta una sonrisa.

Dulce fantasía (Garime)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora