Tiago estaba sentado en el borde de la cama, sosteniendo el celular en una de sus manos. Le habían llegado, por medio del correo electrónico, los resultados del examen médico al que se había sometido la semana pasada. El tan solo recordar lo que minutos antes había leído, estaba reverbando una mezcla de incredulidad y miedo. Estaba embarazado.
Soltó su celular, colocándolo en la cama, mientras llevaba una mano a su vientre con suavidad. La tenue luz de las ventanas se filtraba por las cortinas, pero ahora, esa luz parecía ser el indicador de que todo era un sueño. El aire dentro de sus pulmones era pesado y los latidos de su corazón, se habían acelerado. Era como si algo, dentro de él, hubiera cambiado, y no físicamente.
A su lado, la cama estaba vacía y el ruido del agua corriendo se percibía con claridad. Mauro aún no había salido de la ducha. En cualquier momento, se iría a trabajar. ¿Se lo digo?, pensó. Este pensamiento se arremolinaba dentro de él, convirtiéndose en un nudo que se retorcía en su estómago. El futuro ahora se sentía bastante incierto.
Claro que habían planeado tener un bebé. Sin embargo, habían acordado que no era el momento y que querían disfrutar más tiempo juntos como pareja. Se levantó lentamente, como si cualquier movimiento brusco pudiera sacarlo de ese sueño. Caminó hacia el espejo, sus ojos buscando algo, algún cambio. Pero nada. No había ningún cambio. Todavía no había ningún cambio.
Mauro salió del baño, con la toalla cubriéndole la parte inferior del cuerpo, esa que Tiago conocía muy bien, el pelo mojado y una sonrisa despreocupada, ajeno a la tormenta que se vivía en el corazón de su novio.
—¿Estás bien? —preguntó, mientras se secaba el cabello. La pregunta era la más sencilla del mundo, y aún así, la lengua de Tiago se sentía de plomo, pesada para siquiera hablar, por lo que optó por asentir. —¿Seguro que sí, amor?
—Sí...
—Me voy a trabajar... —cuando Tiago volteó a verlo, se sorprendió al verlo ya vestido. Sonrió ligeramente al verlo, vestido con esa remera blanca.
—Sí, te amo. —Se acercó a él y depositó un beso en sus labios.
—Ya ve a ponerte lindo, que tenés que dar clases... —lo nalgueó ligeramente, haciendo que se sonrojara.
—Ya te dije que hoy doy clase desde las 10...
Después de que Mauro se fuera y el otro cerrara la puerta, se dirigió al baño, sin siquiera darse cuenta de que su mano derecha se había posado en su vientre, de forma protectora. Se desnudó dentro del baño y dejó que el agua empapara su piel, mientras el pensamiento del embarazo no paraba de dar vueltas en su cabeza, con miedo.
El pensamiento lo olvidó al toque cuando se estresó por el tráfico. Por suerte, llegó a tiempo a la facultad en la cual daba clases. Saludó a varios de sus alumnos de otras clases, mientras se dirigía a la que tenía que dar ese día. Las clases transcurrieron de forma normal, mientras se tragaba todo ese miedo que sentía. No se lo tragó del todo, se confundió tres veces al dar las explicaciones y pronto, a su miedo, se sumó el miedo que le daba de que sus alumnos se rieran de él.
—Lo siento chicos, tengo muchas cosas en mente...
—¿Se encuentra bien, profe? —preguntó una de sus alumnas más destacadas, mientras él se sentaba, con la cabeza entre las manos.
—S-Sí, gracias, Ana.
Cuando llegó a su casa, dejando su maletín en el primer sillón que encontró, el silencio le informó que Mauro aún no se encontraba en casa. Suspiró cuando entró en contacto con el sillón. Su mente empezó a divagar en el miedo que sentía de que sus planes de una familia se habían adelantado. Luego la cuestión de cómo le diría la noticia a Mauro.
Como si fuera un zombi o como si estuviera en piloto automático, tomó su cartera y salió de casa una vez más, dirigiéndose hacia la farmacia. Ahí compró una prueba de embarazo. Quizás la anatomía de Tiago era bastante rara, tanto como para permitirle a un hombre embarazarse. Desde un principio, él supo que no era normal, y se lo advirtió a Mauro. No estaba seguro de si habían olvidado el condón la vez pasada o si se había roto.
Una vez en el baño de su casa, se hizo la prueba, que obviamente sería positiva, pues era imposible que saliera otro resultado, teniendo ya los resultados de una prueba de sangre, que era la más confiable. Aún con el miedo en la garganta, se guardó la prueba en el bolsillo del pantalón y se dirigió a la cocina, donde se dedicó a preparar la comida
Le gustaba cocinar, era algo que lo relajaba, aunque a veces también lo estresaba. Por primera vez en el día, se sentía tranquilo y en paz, mientras cuidaba de que el pollo no se quemara en la sartén. Estaba tan concentrado en su labor, que no escuchó el sonido de la puerta al abrirse ni a Mauro dirigiéndose hacia él. Hasta que sintió unas manos en su cintura y a su novio parándose un poco sobre las puntas de sus pies para darle unos besos en el cuello.
Aquello lo asustó un poco y dio un ligero brinco. Su estómago se revolvió, con el miedo de la mañana resurgiendo una vez más. Si la mano de Mauro bajaba más, encontraría la prueba de embarazo. Su corazón se aceleró.
—¿Estás bien, Ti?
Con las manos temblorosas, Tiago apagó el fuego y se volteó hacia Mauro, a quien miró con nerviosismo y el pulso latiéndole a mil. Suspiró, preocupando al más bajo —tampoco era taaan bajo— y sonrió con nervios.
—Estoy... embarazado...
Sacó la prueba de embarazo del bolsillo y se la tendió a Mauro, quien lo miró, estando un poco en shock. Pronto ese asombro se convirtió en una sonrisa y una alegría que se vio reflejada en la manera en la que su pareja agarró la cadera de Tiago.
—No lo puedo creer, ¿vamos a ser papás? —preguntó Mauro, con una sonrisa, que llenó de ternura a Tiago.
—Sí... aunque tengo miedo, Mauro. Mi cuerpo va a cambiar... voy a engordar…
—Vas a estar más perfecto que nunca, amor. —Lo besó Mauro. —Ya veremos cómo lo manejaremos, tómalo con calma.
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𝐄𝐌𝐎𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒 | litiago
Fanfic───── ❛ 𝓈𝑜𝑜𝓃 𝓉𝒽𝑒𝓎'𝒹 𝒷𝑒 𝓅𝓊𝓈𝒽𝒾𝓃𝑔 𝓈𝓉𝓇𝑜𝓁𝓁𝑒𝓇𝓈 ❜ las diferentes emociones que lit y tiago, como pareja, experimentan durante el embarazo de este último Inicio: 20.10.24 Final: ©lyzwill 2024