Capitulo 18: un amor naciente

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Elara no podía contener la emoción mientras Jaxon la invitaba a cenar. "Quiero que sea una noche especial para nosotros," le dijo, sonriendo. "He estado pensando en algo."

Esa tarde, Jaxon se presentó en el dormitorio de Elara con un ramo de flores frescas y un elegante collar de oro blanco que llevaba un dije en forma de libro. "Esto es para ti, mi dulce Elara," dijo con una sonrisa cálida. "No sabes lo especial que eres para mí. Espero que te guste."

Elara se quedó sin aliento, su corazón se derritió ante el gesto. "¡Es hermoso! Pero, seguro que es muy caro..." comenzó a decir, pero Jaxon la interrumpió.

"Para ti, todo, mi dulce Elara. Quiero que sepas cuánto significas para mí," dijo, mirándola a los ojos. "Haber conocido a alguien como tú es una de las cosas más lindas que me han pasado este año. Eres demasiado hermosa, y ojalá pudieras verte a ti misma con los ojos que yo te veo. Siento algo muy fuerte y bonito por ti, y haré lo que sea para proteger eso."

Elara sintió lágrimas de felicidad asomarse a sus ojos. "Tú también eres especial para mí," respondió, tocando suavemente el collar en su cuello.

Cuando llegaron al restaurante, Elara se sorprendió al ver que estaba completamente vacío, solo para ellos dos. Las mesas estaban adornadas con flores y velas, creando una atmósfera mágica. Pero lo que más la impactó fue el enorme cartel lleno de flores que decía: "¿Puedo ser tu novio?"

El corazón de Elara latía con fuerza mientras las lágrimas comenzaban a fluir por su rostro. "¡Sí! ¡Sí!" gritó, sin poder contener la emoción. "Eres el chico más hermoso y especial que he conocido jamás."

Jaxon sonrió ampliamente, acercándose a ella. "Te quiero, Elara," confesó, sintiendo la calidez de su amor en el aire.

Entre lágrimas de alegría, Elara respondió: "Yo también te quiero."

La cena fue mágica, llena de risas y miradas cómplices, pero lo que vino después lo fue aún más. Cuando regresaron a la habitación de Elara, el ambiente estaba cargado de una tensión palpable. Jaxon la miró a los ojos, y el deseo que sentían el uno por el otro era innegable.

Se acercaron lentamente, y Jaxon acarició la mejilla de Elara. "¿Estás segura de esto?" preguntó, su voz suave pero llena de anhelo.

Elara asintió, sintiendo que era el momento adecuado. "Sí, quiero estar contigo," dijo con firmeza.

Sin más palabras, se encontraron en un abrazo apasionado, y los besos se intensificaron, llenos de deseo y ternura. Las manos de Jaxon recorrieron la cintura de Elara, mientras ella se aferraba a su cuello, perdiéndose en la calidez de su cuerpo.

Cuando finalmente se separaron para tomar aire, ambos sabían que no había vuelta atrás. Jaxon la llevó hacia la cama, donde el mundo exterior se desvaneció, dejando solo el amor que compartían. Se entregaron el uno al otro con dulzura, cada caricia y cada beso llenos de amor y respeto.

Esa noche, Elara y Jaxon se unieron en una conexión que iba más allá de lo físico. Fue un momento de entrega y de descubrimiento, donde compartieron sus cuerpos y sus almas, sintiendo que su amor había alcanzado una nueva dimensión.

Al amanecer, se despertaron enredados el uno con el otro, sintiendo una paz y felicidad que nunca antes habían experimentado. Con una sonrisa, Jaxon miró a Elara y le susurró: "No puedo creer lo afortunado que soy de tenerte a mi lado."

Elara sonrió, su corazón rebosante de amor. "Yo tampoco. Esta es solo la primera de muchas noches especiales que compartiremos."

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