Regalo por adelantado

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¡Era increíble lo clave que había resultado la perspicacia de Pinako para solucionar los problemas de Ed! Al final, gracias a esa anciana a la que tanto le gustaba chincharle iba a poder cumplir su deseo mucho antes de lo que pensaba, sin tener que hacer ninguna renuncia ni arriesgarse a que su lado pragmático desilusionara al corazón romántico de Winry. Después de hablar con su hermano, Ed tenía la intención de esperar a que llegara la noche para contarlo todo a su prometida, pero el recuerdo de la furia latente en los ojos de Pinako al exigirle que le mantuviera al tanto de las novedades le hizo reconsiderar su postura. 

Aún seguía sin tener una fecha concreta pero realmente temía la reacción de la buena señora si no la informaba del resultado de su llamada hoy mismo y además, no sería correcto por su parte hacerla esperar cuando se lo había puesto tan fácil. Más lo primero que segundo, todo hay que decirlo... Así que, dispuesto a no demorar la noticia un solo día y arriesgarse a provocar la ira de la anciana, esa misma tarde esperó a que Winry estuviera sola en el taller mientras Pinako atendía a un cliente en la habitación conjunta para hacerle una rápida visita, que la joven recibió con alegría.

Ed bajaba de vez en cuando por allí durante el día, pero normalmente no podía entretenerse mucho tiempo si la abuela estaba presente y acababa siendo despedido con cajas destempladas. En opinión de la anciana, su presencia distraía  a Winry. 

Igual que en otras tantas cosas, Pinako no se equivocaba. Incluso si no decía nada, bastaba con que el joven rubio estuviera al alcance de su vista para que los ojos azules de la chica no pudieran apartarse de él, lo que inevitablemente ralentizaba el ritmo del trabajo. ¡Pero parecía tan feliz de verlo! Las sonrisas que dedicaba  a Ed cada vez que aparecía por allí eran suficientes para que continuara con sus visitas, aún a riesgo de enfurecer a la abuela.

A pesar de eso, era mucho mejor si Pinako estaba ocupada en otra cosa, como en ese momento. Aprovechando la situación, Ed se acercó hasta Winry y se inclinó para besarla de una forma que iba bastante más allá de un simple saludo de cortesía, pillando a la joven totalmente por sorpresa. Después de eso, solo tenía un mensaje que transmitirle:

—Win, ya no tienes porqué seguir escondiendo el anillo. De hecho, si fuera tú lo llevaría puesto a partir de ahora.

Si ese beso apasionado fue inesperado, esta declaración dejó a la chica totalmente boquiabierta. Se le  quedó mirando mientras procesaba lo que implicaba. Ed no pudo evitar reír por lo bajo ante su expresión y después de darle un beso mucho más breve, desapareció de su vista antes de que la abuela se hubiera percatado de su presencia.

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Después de poner a Winry sobre aviso, Ed cumplió con lo prometido convocando a Pinako a una reunión familiar en la cocina tan pronto como terminaron su jornada. Después de su charla del día anterior estaba seguro de que a la anciana no le sorprendería en absoluto la noticia que iba a escuchar y la sonrisa triunfal que exhibía al entrar en la habitación lo confirmaba del todo. La mujer parecía rebosar felicidad de tal forma que no le hubiera extrañado que su pequeño cuerpo no hubiera sido capaz de contenerla y hubiera salido volando como un globo.

Winry también parecía realmente emocionada tras escuchar las novedades que su por fin oficialmente prometido tenía que contarle. Tenía un montón de preguntas que hacerle, pero no pudo plantear ninguna ante las efusivas felicitaciones de la abuela. La mujer estaba realmente eufórica. Por ellos, por la fiesta, por haber sido tan lista... ¡Había tantas cosas por las qué alegrarse! A su edad, sabía disfrutar más que nadie de los días tan emocionantes como esos. Y además, cuánto más hablaba sobre ello, más impaciente se sentía por compartir la buena nueva. 

La cuestión de WinryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora