Los días que siguieron al veredicto fueron intensos para Jimin. Aunque había sido declarado inocente, las miradas de juicio y los comentarios de sus vecinos no cesaban. Era como si su libertad se viera limitada por una sombra invisible que lo perseguía, aún después de haber sido absuelto. No era un comienzo fácil, pero Jimin estaba decidido a recuperar el control de su vida.
Yoongi lo visitaba constantemente, ofreciéndole su compañía y apoyo sin condiciones. Aunque su relación había nacido en el terreno del abogado y el cliente, ambos sabían que algo más profundo y genuino se había forjado entre ellos. Para Yoongi, cada visita a la casa de Jimin era una oportunidad de estar cerca, de brindarle el espacio y la seguridad que tanto merecía.
Una tarde, Yoongi tocó a su puerta y Jimin, al abrir, notó que él llevaba un pequeño ramo de flores. Había algo casi simbólico en aquel gesto, una señal de renovación y de esperanza.
—Pensé que te vendría bien algo de color en la casa —dijo Yoongi, con una sonrisa tímida.
Jimin sonrió, agradecido, y lo invitó a pasar. A pesar de todo lo que habían compartido, la cercanía entre ambos seguía siendo delicada, como si cualquier paso en falso pudiera romper aquel vínculo tan especial que estaban construyendo.
—Gracias, Yoongi. No sé cómo habría podido enfrentar esto sin ti —murmuró Jimin, mientras colocaba las flores en un pequeño jarrón.
Yoongi lo observó en silencio, admirando la fuerza que había descubierto en él. Aquella imagen frágil que Jimin mostraba al mundo escondía una valentía que pocos lograban ver, pero Yoongi lo había visto enfrentarse a su peor pesadilla y salir adelante. Sabía que su presencia en la vida de Jimin no había terminado con el juicio; sentía, muy en su interior, que quería ser parte de cada paso que Jimin diera de ahora en adelante.
—No tienes que agradecerme —dijo Yoongi, acercándose y colocándole una mano sobre el hombro—. Esto es solo el comienzo para ti, Jimin. Ahora puedes vivir realmente. Puedes dejar atrás esa oscuridad.
Jimin asintió, y en su mirada se reflejaba la determinación de quien ha sufrido demasiado, pero no permite que el dolor lo consuma. Con un suspiro, se sentó en el sofá e invitó a Yoongi a acompañarlo.
—A veces siento que tengo que aprender a vivir desde cero… Todo me parece nuevo y extraño —admitió Jimin, con un tono vulnerable.
—Eso es normal. Has pasado por tanto que tu vida anterior parece un sueño distante. Pero también significa que tienes la oportunidad de decidir qué es lo que quieres para ti, sin que nadie te dicte cómo vivir. —Yoongi le ofreció una sonrisa cálida, y Jimin sintió que esas palabras calaban hondo en su corazón.
Después de una larga conversación, llena de recuerdos, miedos y sueños, Jimin dejó caer su cabeza en el hombro de Yoongi, sintiendo que, por primera vez, podía encontrar paz en aquella cercanía. Yoongi, sorprendido por el gesto, se mantuvo en silencio, acariciando suavemente el hombro de Jimin. Sentía que su cercanía significaba mucho más que palabras; era el inicio de una conexión que, aunque no comprendían del todo, los sostenía y les daba fuerzas.
En ese instante, Yoongi supo que haría cualquier cosa por protegerlo. No porque fuera su responsabilidad como abogado, sino porque, en lo más profundo de su corazón, Park Jimin había encontrado un lugar especial, uno que él estaba dispuesto a cuidar a toda costa.
El silencio que compartieron fue una promesa silenciosa de que estarían ahí el uno para el otro, en esta nueva vida que ambos, de alguna manera, estaban aprendiendo a construir juntos.
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La Luz en la Oscuridad
Historia CortaYoongi hará hasta lo imposible para demostrar que su dulce vecino es inocente.