ꕥ Capítulo 1 ꕥ

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1|| Quizá mate a un idiota hoy.||

Bad idea right? - Olivia Rogrigo

Lele:

Joder, esa chica iba a acabar con mi vida.

No lo decía de forma retórica o dramática, era 100% verdad pura y absoluta.

Maldita sea. Necesitaba un chupito de lo que fuese con urgencia, estaba muy seguro de que podía ser capaz de beberme un galón de alcohol etílico si eso me garantizaba un poco de tranquilidad.

Pero cuando se trataba de Riba Hardey, la palabra tranquila no era una con la que absolutamente nadie en la puñetera vida la describiría.

Mucho menos yo o su hermano mellizo.

Quien por cierto, me había dado órdenes estrictas de vigilar al Ángel de los pecados para que no cometiera una tontería.

¡Dios mío! Mi mejor amigo me iba a matar y nadie que estuviese cuerdo quería hacer enojar a River Hardey jamás, ni por equivocación.

Pero yo era débil ¿De acuerdo? No tenían una idea de lo difícil que era decirle que no cuando esos ojos azules como un puto cielo tormentoso te atrapaban. Y si le añadías la exuberante y viperina boca que poseía, bueno, yo un santo no era, inteligente para el caso cuando se trataba de ella, mucho menos y la mayoría del tiempo pensaba con la polla. Como en ese momento.

<<Dios, si existes, por favor llévame contigo, prometo serte fiel.>> Imploré mentalmente.

—¿Por qué tardan tanto en este lugar? Estoy muriéndome de sed.

Estuve tentado a sentarla de muy malas maneras en el jodido banco de la barra para que ya dejara de menear el trasero de un lado a otro como si tuviese gusanos dentro.

Que el cielo me amparara.

—¡Hey imbécil! Te voy a dejar visco a como sigas de mirón, desaparece —Riba arqueó una ceja en dirección al escuálido que estaba a punto de babearle las nalgas y solo río, ella solo río, clásico—, no me da risa.

—Deja de portarte como un santurrón —escupió de malas maneras mientras se acomodaba la falda de lentejuelas dorada, aparté la vista rápidamente, joder, me urgía beber un trago—, nadie se enterara.

—Yo estoy enterado y hasta la última vez que me fijé en un espejo, era jodidamente alguien.

—Pfff, nadie que importe entonces —Juntó los labios como si fuese un pato y me lanzó un beso haciendo que el brillo de labios brillase bajo las luces titilantes del sitio de mala muerte en el que nos había arrastrado—, esto no es Watson, Spence ¿Desde cuando eres tan aburrido?

No lo era.

Si querías pasar un buen rato, olvidarte de las reglas o romperlas, meterte en unos cuantos problemas y pasar al lado de la línea de la ilegalidad por pura adrenalina, yo era tu maldito chico. Siempre. Todo el tiempo y para todas las personas que me conocían.

¿Pero con ella?

No sabía que explicación darían los psicólogos si estudiasen mi caso, pero me sorprendía lo rápido e instantáneo que me convertía en un chico bueno, bien portado y obediente cuando estaba a su lado.

—¿Qué coño hacemos aquí, Riba? Esta vez es en serio, empieza a hablar o le llamaré a tu hermano.

—Uno, no me estes amenazando si adoras lo bonita que es tu cara —Me apuntó con el dedo y arqueó una ceja, pero dijo que mi cara era bonita, así que lo contaría como una pequeña victoria entre tanto mierdero—, y segundo, River no me da miedo, a ti si, has lo que desees, yo no te dije que vinieras de todas formas.

Olvida la norma  (Del uno al tres)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora