2|| Todo lo que una chica debería evitar (pero de verdad, evitar con E mayúscula).||
Boys will be boys - Dua Lipa.
•Riba:
¿Cuántas cosas necesitas hacer para cabrear a un hombre hasta el punto en el que empiece a escupir baba por la boca como perro? No muchas.
Pero para River, aparentemente el detonante mayor fue pensar que su mejor amigo pudiese estar saliendo con su hermana gemela.
Cosa que por cierto no pasaría jamás, él lo sabía, yo lo sabía, su mejor amigo lo sabía, así que por ello no entendía por qué estaba haciendo tanto jodido drama al respecto.
La gente hoy en día no se divertía, no le gustaba pasar el rato o bromear y por lo visto tampoco hacer el juego de roles.
<<Mojigatos todos.>> pensé.
En otras circunstancias sin duda me estaría partiendo de la risa y estaría festejando su cara de miseria por todo lo alto y con una muy buena botella de tequila.
Pero incluso yo teniendo tan mal carácter sabía que no se le pateaba la reja al perro más de tres veces si no querías llevarte una mordida.
Traviesa pero precavida.
—Un día de estos mujer, lo juro, voy a asesinarte. No entiendo como carajo no lo hice dentro del vientre de nuestra pobre y bendita madre.
—Yo también te quiero Riv bebé.
Como punto número uno, podía admitir que tenía un pequeñito problema con meterme en líos en donde arrastraba al mejor amigo de mi hermano más seguido de lo que seguro se me permitía.
Como punto número dos, meterme en líos no era exactamente mi tirada, detestaba estar envuelta en más drama del necesario.
Se necesitaba demasiada energía para ser una chica que viviese por y para la cotillería. Energía o paciencia, que ya iba avisando, poseía en la misma cantidad.
O sea nada.
Y como punto número tres, era desconcertante, alarmante y muy poco legal lo hermoso que Lewis Spencer era.
¿Era un punto importante que remarcar en la narrativa? Para nada, pero nunca estaba de más los detalles físicos.
Era alto, quizá llegaba al 1.95. Delgado pero musculoso. Muy, muy musculoso, tenía brazos lo suficientemente largos como para darle dos vueltas a mi cintura, un cabello negro rebelde extremadamente sexi, unos ojos verdes tan cautivadores como un bosque y un acento inglés que detonaba todos mis instintos primitivos en mi semana de ovulación mensual.
Pero eso no era relevante la verdad. No venía al caso.
Dios había sido traicionado por ángeles mismos ¿Yo que podía esperar de toda la bola de testosterona imbécil que era el tío? Nada.
El problema radicaba justamente allí, que por primera vez desde que conocí a Lele esta situación en particular la había empezado yo. Y cuando se trataba de River cabreado y en su papel de hermano loco, celoso y protector, Spence era más fácil de romper que una hoja de papel.Obviamente no pensé en que nadie más aparte de Polo —el idiota compañero de trabajo sexista, machista y poco inteligente que tenía—, al que seguí a un bar de mala muerte la noche anterior, mordiera el cebo.
Normalmente yo no pedía ayuda.
Hacer el papelito de damisela en apuros me gustaba tanto como tragar vidrio en vez de una buena y deliciosa hamburguesa del Shake Shak. Pero a veces una chica tenía que hacer lo que tenía que hacer.
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Olvida la norma (Del uno al tres)
Подростковая литератураRiba Hardey tenía sólo tres normas. Tres malditas y jodidas normas que me había aprendido y diseccionado desde que me enteré que existían. La número tres y la única que parecía la cosa más idiota que me habían dicho jamás, era que nunca, por ningú...