•Capítulo 13: Cuidar mis sentimientos•

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Paula Beck.

Es la segunda chica que mi jefe-marido, (aún me cuesta acostumbrarme) saca llorando de su oficina. Sé lo exigente que puede llegar a ser cuando se trata de trabajo.

También he estado en la posición de esas chicas. Pero de algún modo he aprendido a soportar sus cambios de humor repentinos.

Recibo una notificación de la farmacéutica que se encarga de distribuir las medicinas de mi padre confirmando que sus medicinas han sido enviadas a casa con éxito. El proceso es duro, pero el tratamiento está marchando bien.

Continuó mi trabajo. Llevar la agenda de Sebastian es algo con lo que estoy muy familiarizada.

Cita con Lauren Rose a las 12:00 pm. Interesante.

No ha llamado para cancelar, así que supongo que se hará presente en menos de... está aquí.

Lleva una ropa muy elegante. Un vestido negro con un escote bastante pronunciado, y una cabellera castaña deslumbrante. ¿Le importara decirme qué tratamientos utiliza?

Levanto mi vista en cuanto se para frente a mí.

—Paula—sonríe—felicidades por tu... matrimonio—sonríe forzadamente al ver el anillo en mi mano. Intento cubrirlo con un par de papeles en mi escritorio—Sabía que Sebastian tenía un gusto exquisito—dice, tomando mi mano sin permiso—solía enviarme a casa unas flores divinas—dice con ilusión—ay, querida. Espero que no te moleste... eso ya quedó en el pasado. Quien diría que tú serías quien lo haría cambiar.

—No se preocupe—sonrío—conozco la historia de Sebastian mejor que nadie.—aparto mi mano de la suya, y remuevo algunos papeles, intentando ocupar mis manos en algo.

—Tengo una cita con Sebastian, ¿está en su oficina?—cuestiona, arreglando un poco su cabello con las palmas de sus manos.

—Si, debe de estarla esperando. En un momento la anuncio.

Tomo el teléfono y Sebastian responde de inmediato.

Noto como la chica arregla disimuladamente su escote, haciéndolo cada vez más notorio. Y por alguna razón me causa gracia.

—La señorita Lauren Rose está aquí para verte—menciono en cuanto responde.

—Claro. Dile que pase—responde al otro lado del teléfono.

—Bien...—respondo.

–Oh, y Paula—dice, antes de que cuelgue el teléfono—solo son negocios. No te pongas celosa.

Ruedo los ojos y río un poco.

—La señorita estará ahí en un segundo—respondo, y termino la llamada antes de que pueda decir algo más.

Sonrío hacia Lauren y ella me regresa esa sonrisa forzada.

—Dice que pase...—digo—la está esperando.

—Paula, toda una esposa controladora vigilando quien entra y quien sale de su oficina—suelta una risita.

Si supiera.

—Descuida querida, nunca estaría con un tipo casado. Solo estoy aquí por negocios. Ahora, si me disculpas...

"El caos que somos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora