Solo cuatro días

140 9 0
                                    

VIOLETA (7:10 am)

Me desperté con el sonido de la alarma de mi móvil. Ya se me acabaron las vacaciones de la carrera, y me toca volver a la rutina. Intento levantarme, pero tengo un cuerpo sobre el mío que se aferra a mí como si en cualquier momento pudiera desaparecer.

- Kiki... Tengo que irme, o voy a llegar tarde.

- Cinco minutos más... — Dijo con la voz adormilada.

- Sabes que no puedo... — Dije muy a mi pesar, pues lo único que quería era quedarme a su lado y darnos mimos durante horas.

- Vivi... — Dijo, entreabriendo los ojos levemente para mirarme. Me puso morritos y, sin poder ni querer evitarlo, le di un corto beso en los labios. — No voy a poder convencerte, ¿verdad? — Negué con la cabeza divertida, y entonces ella se bajó de encima de mí y se giró en el colchón.

- Ey, dije que no podrías convencerme, y ni lo has intentado.

Ella se volvió a girar, y esta vez fui yo la que me posé sobre su cuerpo, para empezar a repartir besos por toda su cara. Ella soltaba risitas, poniendo sus manos en mi espalda, en mi piel desnuda. Me atrae más a ella, y comienza a besar mi cuello, haciéndome soltar un suspiro.

- Amor...

- Yeah? — Pasea sus manos por mis costados con suma delicadeza, haciéndome estremecer.

- Te–tengo que... irme a la ducha. — Dije de manera entrecortada.

- You mean, Violet. Hay que ahorrar agua. No te puedes meter en la ducha tú sola... — Puso sus manos en mi trasero y me apretó contra ella. Acto seguido, nos elevó a ambas, quedando así enfrentadas cara a cara.

- So, what do you offer?

Esbozó una sonrisa traviesa, y sin contestar a mi pregunta, se levantó de la cama, estirando su mano. Yo la tomé, y ella, sin titubear, me elevó, posando de nuevo sus manos en mi trasero haciendo que tuviera que enredar mis piernas en su cintura. Comenzó a besarme con intensidad, y nos dirigió a ciegas hacia el baño.

RUSLANA

Había llegado la hora del bolo de Kiki, y por tanto la hora de ver si Nerea venía finalmente, o no.

Tras despedirme de Chiara, dejamos a Violeta con ella y Martin y yo fuimos en busca de la mesa que siempre nos tenía nuestra amiga reservada. Nos sentamos y yo me olvidé momentáneamente de la posible llegada de Nerea.

- ¿Dónde está Juanjo? ¿Por qué no ha venido contigo?

- Tenía cosas que hacer. Pero mañana prometió venir. — Asiento con la cabeza.

- Todo bien entre vosotros, ¿verdad? — Él se rio y yo le di un golpe en el hombro. — No te rías, imbécil. ¿No puedo preguntarle a mi mejor amigo cómo lleva su relación?

- Claro que sí, Rus. Y si quieres te lo cuento, pero tanto tú como yo sabemos que me preguntas solo para distraerte de cierta morena de ojos verdes que, casualmente, está entrando justo ahora.

Giro mi cabeza lo más rápido que mi cuello me permite, pero no veo a Nerea por ningún lado. Me vuelvo a girar y veo a Martin riéndose a carcajadas. Le di otro golpe, esta vez más fuerte, en el otro hombro.

- Ey, eso ha dolido.

- No ha tenido gracia.

- Sí que la ha tenido.

- Claro que no.

- Claro que sí, pero tú lo ves desde tu perspectiva y pierdes el sentido del humor. Si se lo hubieras hecho tú a Chiara o incluso a mí sí que te habrías reído.

Power of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora