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Jesse despertó lentamente, sus sentidos apenas captando el aroma desinfectante y la extraña calma de su alrededor. Abrió los ojos con dificultad y parpadeó varias veces, intentando enfocar en la luz tenue que iluminaba la habitación. El lugar donde estaba no le resultaba familiar; de hecho, se sentía demasiado limpio y ordenado para un mundo tan caótico como el que conocía.
Se movió, y una punzada de dolor le recorrió el hombro, recordándole su herida. Intentó calmarse, pero la ansiedad se disparó cuando se dio cuenta de que no veía a Tommy por ninguna parte.
En ese momento, un hombre alto y rubio, con bata blanca y aspecto profesional, se acercó al lado de la camilla. Su expresión era calmada, pero sus ojos parecían medir cada movimiento.
-Hola, soy el doctor Anderson. Estás en Alexandria. Nos trajeron a ti y a tu amigo hace dos días.-explicó con voz suave.
Pero Jesse apenas registró sus palabras. La ausencia de Tommy lo tenía en alerta, y no había nada en este lugar que le inspirara confianza. Desconfiado, se incorporó con esfuerzo, ignorando el dolor en su hombro, y fijó su mirada en el doctor, avanzando hacia él con pasos cortos pero decididos. El doctor Anderson dio un paso atrás, sorprendido, al notar la determinación en los ojos del muchacho, quien parecía dispuesto a confrontarlo.
-¿Dónde está? -exigió, con voz firme y una mirada amenazante, listo para lo que fuera necesario.
Justo en ese instante, la puerta de la habitación se abrió, y Tommy apareció, con una mezcla de preocupación y alivio en su expresión al verlo de pie, herido, pero claramente dispuesto a pelear si fuera necesario. Sin pensarlo, se acercó y le puso una mano en el hombro sano, buscando calmarlo.
-Tranquilo, estoy aquí -dijo, en un tono sereno- Este lugar es seguro. Puedes relajarte.-
La respiración de Jesse se hizo más lenta, y aunque aún estaba tenso, permitió que el peligris lo ayudara a volver a la camilla. Miró a su alrededor, observando la habitación con ojos más curiosos que desconfiados, y poco a poco el dolor y la fatiga volvieron a hacerse presentes en su cuerpo.
