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Dedicado a @Nathalia_1_2005 

@marayazz

17 de octubre de 1989.

Mhia.

Caminaba con la mirada pérdida entre los blancos pasillos del hospital, podía escuchar los latidos de mi corazón a cada paso y eso era mucho más aterrador, mamá trataba de darme un poco de apoyo acariciado el dorso de mi mano.

—pasa—dijo la enfermera que estaba guiándonos —aquí podrás vestirte adecuadamente y luego podremos ir a la sala de quimioterapia —asentí y me dispuse a pasar.

La habitación era bastante grande, y al parecer era compartida, en una de las camillas que estaban allí se encontraba una mujer de quizás unos treinta y cinco años, sus ojos eran de color verde esmeralda, su piel estaba pálida y reseca, sobre su cabeza había un gorro de color morado que ocultaba su falta de cabello.

Al verla ahí a ella de alguna forma me vi a mí misma, ella pareció sentir el peso de mi mirada y volteó a verme, en su rostro se dibujó una pequeña pero linda sonrisa, le devolví el gesto inconscientemente.

—¿este es tu primer día? —preguntó segundos después ella.

—si—conteste en un susurro.

—no debes preocuparte, tómalo como una posibilidad de seguir viviendo por un poco más de tiempo— agregó y pude notar cierta nostalgia en sus palabras.

—eso espero —dije intentando no sonar muy afectada.

Mi mamá en ese momento me dijo que me vistiera mientras ella iba a hablar con el doctor, asentí y ella nos dejó a solas a mí y a la otra paciente.

—¿qué edad tienes? —preguntó de la nada.

Me parecía alguien muy curiosa, pero eso me gustó mucho, tal vez así podría calmar un poco mis nervios.

—tengo dieciséis años—dije sentándome sobre la otra camilla en la cual yacía la bata con la que debía vestirme.

—que desafortunada situación, aun eres muy joven —suspiró—tienes un cabello muy bonito, el mío solía ser muy largo y rizado, además que tenía un hermoso color rojo que brillaba bajo los rayos del sol, lo extraño mucho —

—lo siento mucho —

—no te preocupes, después de un tiempo terminas acostumbrándote—

—¿qué tipo de cáncer tiene? —pregunté sabiendo que posiblemente había sido demasiado entrometida.

—cáncer de hígado —respondió con una sonrisa, lo cual me sorprendió mucho.

¿Cómo podía sonreír diciendo eso?

—no te asustes, ya lo asimilé hace un tiempo—dijo haciendo un gesto con su mano para restarle importancia —sé que moriré en cualquier momento, pero al menos sé que hice muchas de las cosas que soñaba hacer—su mirada volvió a llenarse de nostalgia.

—¿cómo es que se puede asimilar eso? —pregunte dubitativa.

—al inicio es difícil y empiezas a cuestionar a la vida, la maldices y le reclamas del por qué justamente a ti, empiezas a odiarte por ser tan débil y no poder contra una enfermedad, luego piensas en que no hay más que la muerte, te haces la idea errónea de que todo ha acabado, sin embargo —hizo una pausa y se puso de pie para acercarse a mí y sentarse a un lado— si me permites darte un consejo —tomo mis manos y las estrecho entre las suyas— sáltate todo lo primero y empieza a pensar en que debes aprovechar del tiempo que aun tienes, deja de pensar en el mañana o en el futuro y vive el ahora, has todo lo que te haga feliz, llora si quieres llorar, grita, y odia a todos si así quieres, sólo deja de pensar en que es el fin y piensa que es tu oportunidad para hacer todo aquello que alguna vez tuviste miedo de hacer, para las personas como nosotras es la mejor opción, nadie es eterno y todos somos un simple segundo pasajero en la línea de la vida, sólo que para algunos ese segundo a veces suele pasar más rápido, es por ello que no debes desaprovechar nada de ahora en adelante—

La melodía del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora