Jisung nunca planeó quedar embarazado y mucho menos del jefe de la mafia más peligrosa del país Lee Minho. Ahora atrapado en un mundo de sombras y violencia Jisung no solo debe protegerse a sí mismo sino también al los bebés que lleva dentro. Mientr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La reunión del consejo se llevaría a cabo en la mansión principal, tal como Jisung le había indicado a Minho. Ambos caminaban hacia la reunión y aunque Jisung intentaba mantener la calma, sentía una mezcla de ansiedad y emoción arremolinándose en su pecho. Era consciente de que estaba en control de lo que vendría.
Minho en cambio lo observaba de reojo, notando algo diferente en su omega. Había un brillo en los ojos de Jisung, algo que últimamente no podía dejar de notar. Siempre había sabido que su omega era fuerte y determinado, pero ahora parecía que algo más profundo se había despertado en él, algo imparable.
Cuando llegaron a la mansión Minho se volvió hacia él con una pregunta que ya conocía la respuesta.
— ¿Vas a acompañarme a la reunión?
Jisung negó con una sonrisa — Estaré en la sala esperándote. Encárgate de mantener ocupados a los miembros del consejo por un momento. Tu solo espera... por noticias.
Minho asintió aunque no se marchó sin antes dirigir una mirada severa a Jeongin, una que no necesitaba palabras. La orden de proteger a Jisung era clara, como siempre. Luego se fue dejando a su omega y a su hombre de confianza en la sala.
En la sala los esperaba una tetera con té caliente, el aroma flotando en el aire como si estuviera allí para calmar los nervios o alimentar la anticipación.
— ¿Estás seguro de que vendrá? — preguntó Jeongin rompiendo el silencio, aunque su voz no era más que un susurro.
Jisung sonrió por encima del borde de su taza de té, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos
— Parece como si estuvieras dudando de mí — respondió su tono casi juguetón, pero con un filo helado detrás.
Jeongin frunció el ceño.
— No dudo de ti, pero... ¿no estás confiando demasiado en él?
Jisung dejó la taza sobre la mesa con un suave tintineo, su mirada penetrante mientras hablaba, cada palabra cayendo como una sentencia.
— No te confundas Jeongin. No confío en él... confío en mí y en lo que soy capaz de hacer.
El silencio que siguió fue denso casi sofocante, hasta que Jeongin rompió la tensión poniendo una pistola sobre la mesa junto a la tetera.
— Todo está tal como pediste — confirmó, aunque su mirada denotaba una mezcla de admiración y temor hacia el omega.
Jisung asintió tomando el último sorbo de su té justo cuando un golpe resonó en la puerta. El sonido era fuerte, abrupto, como un presagio. Jeongin se levantó con rapidez con su expresión firme, dirigiéndose a la puerta para abrirla.
Jisung dejó la taza a un lado, su mente ya varios pasos por delante. Lo que iba a ocurrir no era solo un juego. Era el resultado de cada pieza que he movido hasta este momento.
