Como bicho raro, XuanYu estaba acostumbrado a las palabras hirirentes de los otros niños, permaneciendo cabizbajo y resignado a que aquella es la vida que le tocó vivir.
Pero en el fondo, su corazón tiene dos grandes anhelos: Libertad y amor.
Contr...
-Anhelar, aunque en cada suspiro se nos escape un trocito del alma...
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El orfanato era un lugar sombrío, donde las sonrisas eran escasas y los abrazos, aún más. XuanYu, como niño de cinco años con ojos grandes y curiosos, aprendió a sobrevivir en ese entorno, a llevar el humor cambiante de las cuidadoras, a tararear las canciones de la radio para ignorar los malos ratos. Sin embargo, su corazón anhelaba más; un hogar, una familia, un hermano mayor que lo cuide... ¿Es demasiado pedir que alguien lo ame?
Como todo niño, hizo algunas amistades esporádicas a lo largo de los años, pero nada demasiado destacable. Xuanyu no es el tipo de niños que los demás escogen como primera opción. Ni siquiera los adultos lo escogen.
Llegó al orfanato siendo un tierno bebé de apenas cinco meses, ahora ya tiene cinco añitos. Y además del tiempo, también pasó su edad óptima para la adopción en ese lugar. Generalmente y, por cosas que A-Yu no logra comprender, las parejas prefieren adoptar a los niños más pequeños; sobretodo si son recién nacidos o tienen menos de dos años... Aun con toda la frustración de su corazón, no puede más que resignarse a continuar allí.
Un día, mientras jugaba bajo el árbol desolado del jardín, escuchó a dos hermanos conversando. El mayor prometió al menor que si nadie los adoptaba, él se encargaría de sacarlo de allí. XuanYu se sintió conmovido. ¿Por qué nadie quería a los niños mayores? Se preguntó si algún día tendría un hermano mayor que lo protegiera. Para que no lo olvide, la señora del orfanato, con su eterna indiferencia, le recordaba que los niños de su edad ya no eran adoptados.
El loco Mo, un bicho raro.
Las noches frías eran las peores. Encogido en su cama, XuanYu cerraba los ojitos con fuerza y pedía a los cielos que encontraran a la persona que lo cuidaría, que lo apuren un poquito si era posible. Él se portaría bien, sería un buen niño...
Se acostumbró a anhelar, aunque en cada suspiro se le escape un trocito del alma.
Pero la señora se equivocaba. Con los ojos pintados con sombra naranja y todo, Xuanyu estaba seguro de que afuera, en algún lugar, había alguien que formaría una familia con él y lo sacaría de ese feo lugar. A veces era un poco incómodo, porque los niños comenzaron a ponerle malas caras y, por algunos encontrones, se vio obligado a aprender a defenderse.
Un voluntario le dijo una vez, cuando le ayudaba con unos magullones.
—¿Duele mucho?
—Nop, casi nada —. Respondió él.
—Debes tener cuidado en la escuela, A-Yu.
Los ojos grises miraron con tristeza al joven, resignado. —Si sé...
—La escuela es una diversidad de apariencias y personalidades, en general, todos tenemos particularidades, cosas que nos hacen especiales y distintos al resto, pero no todos somos capaces de aceptar eso.
