GROUPIE LOVE.

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Eddie Munson:
‹‹A veces es difícil estar con una estrella, cuando tienes que compartirla con el mundo››

Estaba de hace ya un rato que me sentía entumecido sentado en la silla, con el codo apoyado en la mesa y el rostro en mi mano, con la vista al frente y moviendo los pies con nerviosismo

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Estaba de hace ya un rato que me sentía entumecido sentado en la silla, con el codo apoyado en la mesa y el rostro en mi mano, con la vista al frente y moviendo los pies con nerviosismo.

Agudicé la vista, tratando de no parecer más alterado que la multitud a su alrededor ─aunque obvio lo estaba─. Estoy tratando de no dejar la multitud a mi lado.

Siento el olor alcohol, el calor de la gente y el bullicio de ésta misma charlar.

La ansiedad me obliga a mover el pie izquierdo contra el suelo, mientras volteo cada tanto para intentar no sentirme más nervioso de lo que ya estoy. Como si él pudiera aparecer detrás para decirme que nos ibamos.

A los pocos minutos, las luces del gimnasio se apagan, solo las del escenario quedan encendidas, y como si esa acción prendiera a todo el resto, todos dejan su actuar para dirigirse lo más cerca del escenario.

Yo no me levanto, sin embargo. Me quedo sentado en el lugar más arriba de la grada, aun moviendo los pies nerviosos, ansioso y, siendo honesto, queriendo irme.

Ahí, oyo el sonido agudo y fuerte de la guitarra haciendo presión contra el parlante, prueba de sonido encubierta antes de que el comienzo de los primeros acordes comenzará, haciendo a la multitud gritar.

Ahí, una vez enfocada la vista, logro verlo.

Su pelo largo, ondulado y negro que se menea a cada cambio de nota al ritmo de Paranoid, moviéndose a lo largo del escenario.

Inevitablemente sonreí, ladeando la cabeza mientras golpea el pie contra las gradas de abajo al golpe de la batería.

Como era de esperar, debí oir como más de una chica gritaba desaforada por Eddie, quien miraba a la gente sin un punto fijo. Esta era mi vida; perfume, festivales, ruido...

Ya me había acostumbrado a las cosas que le gritaban a Eddie, o que las niñas por poco se le tiraran encima, pero no podía con la incomodidad que era saber que no podría tenerlo solo para mi.

A veces, eso es lo difícil de estar con la estrella; tener que compartirla con el mundo.

Eddie y su banda tributo a cualquier banda metal de nicho se había hecho reconocida, tanto por la voz increíble del vocalista, como por lo guapo que era el guitarrista.

Yo iba a todos sus presentaciones como mejor amigo de Eddie. Lo ayudaba con lo que pudiera, preparando las cosas y dándoles apoyo moral. Como otro amigo más del montón.

Luego, no fui otro amigo del montón.

Creo que siempre me gustó la gente rara. Esos que se esconden de la multitud, que esta misma los excluya y que tengan algo en su forma de ser que destaque del resto.

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