Pensamientos

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Nunca desde que llegó al barco, había tenido tanta tranquilidad, el no tener a Zoro peleandole por todo, o sentir su presencia revoloteando alrededor lo tenia ligeramente incómodo. Porque para ser sinceros la dinámica con el peliverde no había cambiado mucho, continuaban ignorándose, solo que esta vez era real, el espadachín no le regalaba ninguna mirada de soslayo o alguna respuesta sarcástica, ni siquiera discutía con él por la estupideces de siempre, ahora realmente pretendía que él no existía y eso provocaba un sentimiento inexplicable dentro de él.

Sabía que la respuestaba que le había dado a Zoro era cierta, el no quería tener nada romántico con el, no era homosexual, no le gustaban los hombres.

Pero...

¿Por qué se sentía abandonado por el peliverde?

¿Por qué se sentía como volver a su niñez, como cuando su padre y hermanos lo odiaban?

No quería que Zoro lo odiara, ya estaba casi un noventa y cinco por ciento seguro de eso, no podía soportar el frío hielo por parte de él, incluso lo molestaba aún más de lo común solo para provocarlo, pero él espadachín era terco y fuerte en su postura.

Lo odiaba por eso.

Ahí estaba el otro cinco por ciento, lo odiaba.

¿Lo odiaba?

No.

No lo hacía.

¿Cómo hacerlo?

Zoro era un hombre fiel a sus ideales, leal a sus amigos, noble de corazón a pesar de tener una coraza de hierro, el espadachín era una excelente persona, algo idiota pero bueno en el fondo.

Muy en el fondo.

Ni siquiera era necesario describir lo guapo que lo encontraba, un hombre fuerte, con una contextura gruesa y musculosa, a veces cuando nadie lo veía, le regalaba rápidas miradas al peliverde cuando entrenaba, su cuerpo bañado en sudor lo llamaba a gritos.

Pero...

Él no era gay.

¿O si?

¿Gustar de Zoro lo convertía en homosexual?

No podía serlo, porque a él también le gustaban las mujeres, corrección; a él le encantaban las mujeres, estaba enamorado de ellas.

¿Cómo podía un solo hombre convertirlo en gay?

¿Zoro tenía ese poder?

Lo observo de reojo levantando sus pesas, mientras conversaba distraídamente con chopper, como si levantar esos absurdos kilos no fuese nada para él. Su torso desnudo mantenía una fina capa de sudor, una gota corrió desde sus abdominales hasta la pretina de su pantalón. Trago duro, desviando su mirada antes de llegar al bulto qué siempre llamaba su atención.

Continuó agasajando con su comida, a sus perfectas y hermosas compañeras.

Ellas eran las únicas que lo mantenían cuerdo.

Hasta el momento.

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Era difícil ignorarlo, verlo y obligar a su corazón a no sentir nada, a no latir como loco cada vez que sentía su aroma.

Cigarro y perfume.

No podía negar que le dolía haber tenido una negativa de su parte, pero él rubio tenía razón, no por confesarse significaba que él debía sentir lo mismo que él.

Aunque le encantaría que fuese diferente, y sabía con certeza que el cocinero gustaba de él, debía dejarlo negarlo todo lo que quisiera, porque su cuerpo era demasiado honesto, o quizá él había aprendido a leerlo.

Feelings - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora