"Octubre 30, 1965"
"Con el disfraz puesto". Fue lo único que dijo el pelinegro cuando se le dió la opción de un último deseo.
Atado de manos y con el rostro taciturno¹ esperaba a que le acomodaran la soga al cuello, mientras, intentó recordar cuando su padrastro, disfrazado, solía buscarle juego en las noches. Por aquel entonces era muy pequeño, tal vez unos 4 años, no recordaba y no comprendía muy bien por qué ese hombre, inmerso en ese juego de las cosquillas, le tocaba todo el cuerpo y sobretodo la entrepierna. Más adelante, a sus 13 años habría que incluir la desnudez en aquel juego extraño, al que él terminó acostumbrándose, pensando equivocadamente que eso era amor paternal.
Muchos años después, al ser un hombre de 18 años, cuando descubrió la verdad, se sintió enajenado² y perturbado; era inverosímil³ haber creído todo ese tiempo que ese hombre era gentil con él porque lo amaba, y que sus caricias atrevidas eran intangible⁴ muestra de ese amor. Una noche, lleno de furia lo alcanzó en el sofá, por detrás, le rodeó el cuello con una cuerda y apretó fuertemente, mientras lo sentía desesperado, lanzando zarpazos al aire y retorciéndose, buscando espantado una partícula de oxígeno. Aún cuando lo sintió yerto⁵, continuó apretando obsesivo por unos segundos más, luego le dijo al oído: "Te amo papá", aquellas palabras sonaron vacías, muertas, bastantes distantes, frías, y lo soltó para que su cuerpo terminara de derretir sobre el sillón.
A pesar de haber hecho lo que su mente decía, no estaba satisfecho, no se sentía bien, a pesar de haber eliminado a la plaga del lugar, sus rastros de maldad seguían esparcidas en el hogar, en su piel, aquella oscura y solitario hogar.
Se quedó solo en aquella casa grande, pues su madre había muerto muchos años atrás en extrañas circunstancias, y ahora solo le quedaba el cadáver pestilente⁶, escondido en el sótano, de ese hombre que había dejado incómodos rastros por toda su piel.
Hasta que un día empezó a hacerse amigo de niños humildes que caían bajo el sortilegio⁷ de su malévola amabilidad. Y con el tiempo empezó a llevárselos a su casa, para jugar con ellos, siendo él quien llevara el disfraz puesto ahora.
Siendo él quien hacía eso ahora.
Aquella pervertida pasión le duró algunos años sin ningún temor, hasta que una tarde se encontró en el periódico la noticia sobre otro niño desaparecido, entonces se llenó de zozobra⁸ y se encerró en su casa prometiéndose en no volver a sucumbir ante sus deseos carnales. Pero solo se pudo abstener algunos días, porque una maldita mañana tocó a su puerta un angelical niño rubio, ofreciéndole en venta algunos chocolates. Intentó cerrarle de inmediato, pero, ver a ese niño, tan inocente y amable, tal como era el antes, añoro nuevamente tenerlo en sus manos, cómo negarse ante esa candorosa⁹ y dulce voz. Lo invitó a pasar, dando una sonrisa torcida y escalofriante, ofreciéndole un vaso de leche con galletas.
Adentro, observándolo comer no pudo evitar recordarse a sí mismo en los tiempos cuando aún podía sonreír y creer que estaba en un mundo bueno, lleno de helados de colores, dulces infinitos y personas bondadosas. Fue al armario, se colocó ese disfraz que tantas pesadillas le produjo en su adolescencia, y que al tenerlo puesto le daba la sensación de un poder absolutamente oscuro. Regresó al sillón donde el pequeño ya había caído bajo el efecto del somnífero¹⁰ en la leche, y lentamente fue dejando que sus manos lo tocaran por encima de su ropa, como alguna vez su propio cuerpo fue manoseado, luego le fue quitando, una a una, las prendas, con una sutileza desmesurada¹¹ como quien descubre una obra de arte que considera sacra¹².
El pelinegro rememoró con desagrado unos dedos bruscos sobre su piel, una voz atemorizante susurrándole obsenidades al oído, y ese miedo escabroso que parecía provenir de la oscuridad y que cada noche le poseía el alma desprotegida, mientras esas manos odiadas poseían su cuerpo. Por eso él siempre los miraba con odio cuando los ultrajaba, porque imaginaba en sus rostros, la cara de aquel hombre horrible que torció su destino para siempre.

ESTÁS LEYENDO
Con el disfraz puesto
Random"Me convertí en lo que menos esperé..." ESPECIAL DE HALLOWEEN 🎃 La historia es de mi total autoridad, espero y les guste !!! - Mención de menor edad y mayor de edad, relaciones entre chicos. - Traumas, maltrato, violación, abuso psicológico. - Sas...