*Separador: Omnisciente*
Las cosas siempre tienden a alinearse, sin importar los obstáculos que se interpongan en el camino o el tiempo que demoren en suceder. Como ocurrió con las lobas que, sin que nadie lo esperara (ni siquiera ellas) fueron transportadas al inframundo, pasando de su forma lobuna en el castillo a aparecer en un lugar tan lúgubre y desolador.
El pelaje de Evanna había comenzado a brillar intensamente, emitiendo destellos de un dorado mucho más brillante que su tono natural. Era evidente que aquella loba no era en absoluto común, y no por ser la compañera de una descendiente de deidades, sino por el poder propio que aún desconocía. Ambas lobas se observaron, con sus hocicos arrugándose ante los pestilentes y ardientes olores del inframundo. Evanna sintió una atracción casi física hacia las enormes llamas que lograba divisar a lo lejos, elevándose entre las sombras.
—¿Eva? —Preguntó telepáticamente su esposa, aprovechando la única forma de comunicación en sus cuerpos lobunos, y, con suerte, logró establecer el vínculo.
Evanna se sobresaltó al escuchar la voz en su mente, pero la alegría la invadió al instante.
—¿Hola? —Respondió, y la loba blanca a su lado asintió, buscando calmar el acelerado corazón de Evanna— Hola, bebé.
—Deberíamos aprovechar que estamos aquí para buscar a Fera...— Se quedó un momento en silencio antes de continuar— Espera, por favor, dime que sabes cómo encontrar a la tonta cazadora.
—Puedo ver su vínculo desde aquí; está bastante lejos —Contestó, dirigiendo la cabeza hacia el nacimiento de las enormes flamas que seguían atacando el lazo, ahora con mucha más fuerza.
—Vamos entonces.
Samantha intentó avanzar, pero Evanna no se movió.
—No, espera —Retrocedió un par de pasos— No creo que sea buena idea.
Miró nuevamente en dirección a las llamas y, para su sorpresa, parecían más cercanas.
—¿Qué sucede?
—Viene hacia acá.
—¿Fera? —Negó.
—Adara.
Al escuchar ese nombre, la alarma se apoderó de su esposa, que adoptó una postura protectora. Ambas sabían que eran poderosas y que Adara no las heriría fácilmente, pero Samantha no podía evitar el miedo que la invadía ante el peligro inminente para Evanna. Mientras tanto, Evanna solo sentía impaciencia por reencontrarse con quien una vez fue su mejor amiga y la luz de sus ojos cuando todo a su alrededor estaba mal.
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Infierno Escarlata (C.E 2)
Fantastik-Segunda parte de Castigo Escarlata- Después de miles y miles de años, la vampiresa Gally Dimmock al fin ha logrado obtener lo que tanto anheló en el pasado: libertad. Lamentablemente, al cumplirse su deseo, todo lo que alguna vez amó le fue arrebat...